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Blogs Las aventuras de una madre primeriza por Teresa Zafra

La educación de nuestros hijos

Teresa Zafra el

Me preocupa, mucho, el mundo al revés en el que vivimos, en el que los ricos cada vez son más ricos, los pobres cada vez más pobres y ambos grupos, pobres y ricos, lo único que compartimos  es que cada vez tenemos menos valores y somos menos honrados.

 Me preocupa, mucho más, el mundo en el que vivirán nuestros hijos, sobre todo, perdonad mi deliberado egoísmo, el mundo en el que vivirá el mío cuando crezca.

 Todos somos conscientes de que el ciudadano de a pie tiene pocas armas para intervenir en el cambio. Pocos creen efectivamente en este cambio, en la redención de nuestra especie o en un futuro mejor. Yo misma tengo esperanza a ratos y en otros momentos me siento vencida, incluso vacía.

 Mi generación y la de mis padres insiste en echar la culpa de todo a los políticos y empresarios, como si fueran una casta aparte que nada tiene que ver con nosotros, los que vivimos debajo. Es verdad que en muchos sentidos poco tenemos en común con ellos, pero, por desgracia, compartimos valores y mentalidad. Los de arriba roban, intentan vivir del cuento y pecan continuamente de avaricia y egoísmo, pero nosotros, los de abajo, también. Lo único que, desde mi humilde punto de vista, puede salvar el futuro, es un cambio profundo de mentalidad.

 Cambiar la mentalidad de una generación adulta es prácticamente imposible, por eso creo firmemente que nuestra única esperanza está en las generaciones venideras.

 La educación es la única oportunidad que tenemos de crear nuevas generaciones mejores que la nuestra, que cambien el mundo para mejor. Como madre, creo que es la mejor forma que tengo de aportar algo bueno a esa sociedad del futuro en la que vivirá mi hijo adulto. La educación como herramienta para enseñar a razonar, a analizar el mundo, a construir un pensamiento crítico, a ser honrados, coherentes y solidarios.

 Nunca había caído sobre mi una responsabilidad tan importante como la que tengo ahora en mis manos: ser responsable de la clase de persona que mi hijo será en el futuro.

 Desde este o cualquier otro gobierno podrán recortar fondos en educación, podrán ofrecernos una educación deficiente para nuestros hijos o podrán malinterpretar lo que nuestros hijos necesitan. Sin embargo, no sirve de excusa, porque somos nosotros, como madres y padres, los que tenemos la obligación de dirigir la educación de esos niños, suplir posibles carencias y marcarles el camino correcto.

 Necesitamos que nuestros hijos, más allá de saber idiomas o informática, conozcan nuestra historia, para que sepan quienes somos, de donde venimos, por qué han pasado las cosas, y por qué pasan. Es fundamental que entiendan de economía, que conozcan qué modelos son insostenibles, que sean conscientes de que la sociedad somos todos, y que no se les escapen realidades como la de que entre todos hemos pagado ese contenedor que alguien quemó anoche o que estudiar en la universidad cuesta al estado cuatro o cinco veces lo que pagamos de matrícula.

 Trabajemos conjuntamente con los buenos profesores, que los hay, y animemos a los desesperanzados, a los rendidos. Los padres debemos ser parte activa de la comunidad educativa, y expresar nuestra opinión sobre la educación. Los políticos podrán marcar las asignaturas que nuestros hijos estudian en clase, pero nunca podrán decidir qué educación reciben ni tampoco lo que aprenden. El poder para cambiar el mundo mediante la educación de nuestros hijos es nuestro.

 

*Este post se lo dedico a mis padres, que me enseñaron a construir mis propias ideas, y a mis profesoras del Colegios de Las Esclavas de Cádiz, que me enseñaron a pensar y que me descubrieron los artículos de Arturo Pérez Reverte, alguien que sin conocerme me abrió los ojos en muchos sentidos.

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