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Momentos estelares de la Marca Margallo

Luis Ayllón el

Quienes le conocen de hace tiempo destacan su sentido del humor, algo de lo que está haciendo gala desde que llegó. El ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, se muestra muy locuaz en sus comparecencias, actitud que agradecemos mucho los periodistas, pero además, en los escasos tres meses que lleva en el cargo ha dejado más de una expresión que ha sorprendido a la audiencia.

 

Una de las primeras fue aquel “Gibraltar español” con que saludó en Estrasburgo al europarlamentario británico, Charles Tannok, amigo suyo, que le acababa de felicitar por su nombramiento (en la imagen). La frase abrió la caja de los truenos en el Peñón, sobre todo porque, poco después, en una entrevista radiofónica, García-Margallo dijo que se habían acabado las bromas con Gibraltar. Aún recurriría en otro momento, hablando del mismo asunto, a una cita de Fidel Castro, con quien en 1998 estuvo en la Habana en una reunión que duró diez horas: “Como diría el comandante Castro no vamos a retroceder ni para tomar impulso”.

 

Y si esa cita sorprendió, mucho más la que hizo de Francisco Franco, cuando se le preguntó en una rueda de prensa si Federico Trillo iba a ser nombrado embajador en Washington. Para ilustrar la situación, contó la siguiente anécdota: “Usted sabe que el general Franco tenía una próstata extraordinariamente resistente y un general que no la tenía tanto se metió en el río con él y le preguntó: -‘Mi general, he oído que yo podía ser ministro’ y Franco le contestó: -‘Pues yo no he oído nada’”.

 

Más delicada fue su alusión a Angela Merkel, cuando, al hablar de la crisis griega, afirmó que “reacciona siempre un cuarto de hora más tarde de lo que hay que reaccionar”. La frase puso en aprietos a Mariano Rajoy, que tenía que ir a ver a la canciller alemana sólo unos días después.

 

También suele bromear el ministro con su edad (67años). Lo hace en privado, como cuando recién nombrado dijo ante un grupo de periodistas que, un poco más y le habrían hecho ministro “postmortem”; y lo hace también en público, como en un reciente desayuno de Europa Press, en el que afirmó hablando de nuevo sobre Gibraltar: “aunque usted no lo crea, yo todavía no vivía cuando se firmó el Tratado de Utrecht (1713)”.

 

En ese mismo desayuno, señaló, como de pasada, que es tan “old fashion” que es “católico y practicante”.

 

En más de una ocasión para ilustrar cosas difíciles de compaginar, como, por ejemplo, una unión monetaria europea, sin una unión económica, ha dicho que eso es algo como que existe “un tigre vegetariano”.

 

Dado que la economía es una de sus bazas fuertes, es frecuente oírle hablar de la actual crisis, con alusiones al despilfarro –España es el único país donde tenemos aeropuertos peatonales”-, o a la necesidad de reducir los gastos. Por eso, cuando en el Congreso de los Diputados se le preguntó si el Gobierno va a mantener el mismo apoyo económico que el anterior Gobierno a la Alianza de Civilizaciones, respondió con un: “No está la Magdalena para tafetanes”.

 

La última de sus perlas la dejó hace sólo unos días, cuando, hablando de la necesidad de la competitividad, contó la historia de dos exploradores que vieron acercarse un  león en la lejanía. “Uno de ellos –señaló- se agachó para cambiarse los zapatos que llevaba por unas zapatillas deportivas. El otro le dijo: ‘¿para que haces eso?, si nunca vas a ser más rápido que el león? Le contestó: no quiero ser más rápido que el león, quiero ser más rápido que tú’”.

 

García-Margallo
Luis Ayllón el

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