Luis Ayllón el
23 mar, 2010
Un Barack Obama emocionado por haber conseguido sacar adelante la reforma sanitaria se ha acordado de su madre en el momento de firmar la ley. No habrá sido el único estadounidense en hacerlo, aunque, claro está, por motivos diferentes. A mí me parece que los norteamericanos valoraran con el tiempo lo que supone este paso, si es que no termina siendo impracticable.
Florentino Portero ha comentado en una estupenda Tercera de ABC las diferentes concepciones de la vida a un lado y a otro del Atlántico . Quizás, por eso, a los europeos, acostumbrados a una sanidad pública generalmente eficaz, nos extraña la virulencia con que se ha dado el debate entre partidarios y detractores de la reforma en Estados Unidos. Desde una mentalidad liberal, puede parecer más justo el modelo que ha existido siempre en Estados Unidos, en el que cada uno recibe en función de lo que ha aportado para su seguro sanitario , pero no siempre basta con la fría Justicia.
Estoy seguro de que habrá quienes tengan argumentos para defender lo contrario, pero yo, sinceramente, prefiero el modelo europeo , un modelo social -que no socialista, como afirman algunos norteamericanos-, en el que los menos favorecidos puedan tener garantizada la atención sanitaria, por grave que sea su enfermedad. Ya es duro convivir con un cáncer o con una enfermedad prolongada, para, además estar pendientes de si el seguro nos cubre o no determinados servicios.
Una cosa, por cierto, me ha llamado la atención poderosamente en este debate: el hecho de que un buen número de congresistas demócratas hayan forzado a Obama a garantizar que los fondos públicos no serán utilizados para prácticas abortivas . Eran de su propio partido, el Demócrata, con el que el PSOE se quiere emparentar, pero allí, al contrario que aquí, muchos políticos ponen por delante sus convicciones morales a la disciplina de partido, incluso teneindo en cuenta de que en Estados Unidos los partidos son menos fuertes que en nuestro país.