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Israel y Santa Sede: los silencios que incomodan al Gobierno

Israel y Santa Sede: los silencios que incomodan al Gobierno
Israel's President Reuven Rivlin, meets with Danish Foreign Minister Martin Lidegaard, at the President's residence in Jerusalem, Monday, Nov. 3, 2014. Lidegaard is on an official visit to the region. (AP Photo/Sebastian Scheiner)
Luis Ayllón el

Más de 80 países y organismos internacionales han realizado en los últimos días manifestaciones de apoyo más o menos explícito o rotundo a la integridad territorial y a la unidad de España tras la declaración unilateral de independencia en Cataluña. Hay, sin embargo, algunas ausencias destacables que no han gustado nada al Gobierno español, que, según me cuentan, no termina de comprender esos silencios.

No hablamos del caso de Venezuela, porque conociendo anteriores declaraciones de Nicolás Maduro, el silencio casi es lo mejor que podía ocurrir.

Los dos casos más relevantes que incomodan al Ejecutivo son los de la Santa Sede e Israel, a pesar de que, siguiendo las instrucciones recibidas desde Madrid, los embajadores españoles han transmitido a sus interlocutores de ambos Estados el deseo de España de contar con un pronunciamiento en el que quedara claro que no se reconocería la República Catalana de Puigdemont o, al menos, se hiciera una defensa del Estado de Derecho o la integridad territorial de nuestro país.

Hace menos de un mes se daba a conocer que el Papa Francisco, al recibir las Cartas Credenciales del nuevo embajador español, Gerardo Bugallo, se había mostrado contrario a reconocer movimientos secesionistas o de autodeterminación que no fueran resultantes de un proceso de descolonización. Dado que este no es el caso de Cataluña, el Gobierno confiaba ahora en una respuesta positiva a sus requerimientos.

Pero no ha sido así y la Santa Sede no ha hecho, por ahora, ningún pronunciamiento, al parecer, con algunas explicaciones oficiosas en el sentido de que hay católicos tanto entre los partidarios de la independencia y los que no lo son. El embajador español ya entregó una nota verbal de protesta hace varias semanas cuando más de trescientos sacerdotes de las diócesis catalanas reclamaron un referéndum independentista.

Algunas fuentes hablan de la influencia que podrían estar ejerciendo algunos sacerdotes catalanistas en determinados ambientes de la Curia vaticana, lo que habría inclinado la balanza a favor del mantenimiento del silencio por parte de la Santa Sede.

En el caso de Israel, los motivos de la falta de un apoyo expreso a la unidad de España son de naturaleza distinta, aunque igualmente la actitud israelí ha causado sorpresa y un cierto malestar en el Ejecutivo español, precisamente, cuando quedan solo unos días para que produzca el viaje a nuestro país del presidente Reuven Rivlin (en la imagen). Será la primera visita de Estado de un presidente de Israel en los últimos 25 años y, pese a que su embajador en Madrid, Daniel Kutner, no cree que se vaya a ver empañada, lo cierto es que el silencio israelí no crea un buen ambiente para recibir a Rivlin.

Kutner dijo a un grupo de periodistas que Israel no reacciona ante asuntos internos de otro país, pero no parece un argumento muy sólido para eludir un apoyo expreso a la unidad de España, al menos con una referencia a la defensa del marco constitucional español y del Estado de Derecho.

Puede que Israel esté pasando factura a España no sólo por el apoyo que recibe aquí la causa palestina, sino también por algunas tomas de posición en los últimos tiempos, entre ellas las continuas condenas a los asentamientos judíos en territorios palestinos o la decisión adoptada hace un año en la Unesco de abstenerse y no votar en contra de una resolución que negaba todo vínculo entre el Monte del Templo de Jerusalén y el judaísmo, limitándose a considerar un lugar de culto musulmán la mezquita de Al Aqsa.

Sin embargo, no parece un buen momento para adoptar esa actitud, que puede poner en riesgo una visita tan esperada por los propios israelíes como es la de su jefe de Estado.

Es cierto que Israel ha mantenido una especial relación con Cataluña dese que Artur Mas viajó a aquel país en 1986, pero, como también se les ha advertido a las autoridades israelíes, no deben olvidar que los socios independentistas de la CUP no son precisamente muy proisraelíes, sino todo lo contrario.

El establecimiento de relaciones diplomáticas con Israel hace ahora 31 años no fue una tarea fácil y no sería bueno que se vieran ahora deterioradas. De ahí que en Madrid no se haya perdido aún la esperanza de que Israel termine cambiando su posición de ambigüedad y se confíe en que Rivlin aproveche alguna de sus intervenciones públicas en la cena de gala que le ofrecerán los Reyes o en su comparecencia ante el Senado, para, al menos expresar su deseo de que el conflicto en Cataluña se resuelva dentro del marco de la Constitución Española.

P. S.: Poco después de ser publicado este artículo, se conoció una declaración del Ministerio israelí de Exteriores en la que, tras recordar las “fuertes y amistosas” relaciones entre los dos países, su herencia común y el hecho de que comparten valores democráticos, expresa la confianza de Israel en que “la crisis interna en España se resolverá, rápida y pacíficamente y a través de un amplio consenso nacional”.

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