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Fidel, los Reyes y el Trono de La Habana

Fidel, los Reyes y el Trono de La Habana
Luis Ayllón el

Resulta paradójico que Cuba, uno de los países de América Latina en el que hay un mayor simpatía de la población hacia España, en el que los lazos familiares e históricos son más intensos, sea el único que no ha podido recibir una visita de Estado de los Reyes. De hecho, el actual monarca español, Felipe VI, ni siquiera ha pisado tierra cubana.

La figura de Fidel Castro ha sido clave para que se haya producido esa situación. Aunque su deseo era que pudiera tener lugar esa visita, nunca lo consiguió y hubo de contentarse con una estancia de Don Juan Carlos y Doña Sofía en 1999, para asistir a la Cumbre Iberoamericana de La Habana.

Los Reyes prolongaron unos días esa estancia, pero Castro, molesto sobre todo con el presidente del Gobierno, José María Aznar, a quien culpaba de que la visita de Estado no se hubiera producido, se encargó de dejar claro que aquello no era lo que él quería. Las calles de la Habana Vieja parecían las de una ciudad fantasma. Caminando junto a dos o tres periodistas que asistíamos al recorrido, Don Juan Carlos no tuvo reparos en comentarnos la pena que le deba que aquellas preciosas calles estuvieran sin gente. Fidel había prohibido que quienes no vivían allí acudieran a recibir a los Reyes.

Al Rey no le gustó aquel gesto de Fidel Castro, con quien siempre trató de mostrarse atento, desde que en 1979, aprovechando un viaje de Adolfo Suárez a La Habana, le cursó una primera invitación para visitar España. Castro hizo en 1984 una rápida escala en el aeropuerto de Barajas, donde le recibió Felipe González, pero no pasaría unos días en España hasta 1992, aprovechando también su participación en la Cumbre Iberoamericana celebrada en Madrid.

Un año antes, había comenzado a conocer a Don Juan Carlos, también con ocasión de otra Cumbre Iberoamericana, la primera, celebrada en Guadalajara (México), y empezó a sentirse atraído por la figura del Monarca. En Madrid, alzó su copa y brindó por el Rey, aunque aclaró: “Yo no soy realista, soy juancarlista.”.

Volvieron a verse en las citas iberoamericanas y en una de ellas, la de Oporto de 1998, mantuvieron una larga entrevista, al termino del cual Castro, que volvería a pasar unos días en nuestro país, dijo que no se había imaginado que pudiera llevarse tan bien con un Rey de España. Quería amarrar su presencia en la Cumbre de 1999 en La Habana. Lo consiguió, pero no la visita de Estado.

En aquel curioso recorrido por la capital cubana, Don Juan Carlos pudo contemplar, aunque no lo utilizó, el Trono reservado para el Rey de España en el Palacio de los Capitanes Generales de La Habana, hoy convertida en Museo de la Ciudad.

El Trono sigue allí para que pueda ser visto por los turistas y a la espera de que el sucesor de Don Juan Carlos se acerque hasta él en una visita de Estado, que ya está en la mente de los gobernantes españoles. Y ello, a pesar de que la apertura del régimen castrista es todavía demasiado tímida y no parece que la muerte del líder de la revolución vaya a ser un detonante para que se aceleren los cambios. Hace mucho que quien controla el país es Raúl Castro y no muestra muchos deseos de realizar reformas que favorezcan la democratización de Cuba.

La falta de libertades, las violaciones de los derechos humanos y la presión que se ejerce sobre los opositores es algo que deben denunciar todos los Gobierno democráticos, entre ellos el español, pero teniendo en cuenta cómo funcionan las relaciones internacionales, no es comprensible que no se haya podido programar la visita de Estado de los Reyes de España. Por eso, todo apunta a que Don Felipe y Doña Letizia viajarán en 2017 a la isla, salvo que se opte por que antes lo haga el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy.

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