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España y las recompensas libias

Luis Ayllón el

Hace unos días, representantes del Ministerio de Asuntos exteriores español asistieron al izado de la bandera de los rebeldes libios en la Embajada que había representado al régimen de Muammar el Gadafi. Ya no quedan en la misión diplomática partidarios del dictador depuesto, después de la expulsión del embajador y de otros diplomáticos gadafistas. La Embajada está a cargo del consejero comercial,  Fatih Balaid, afecto a los rebeldes, a la espera de que el Consejo Nacional de Transición (CNT) nombre un representante formal. En Bengasi sigue, mientras el diplomático José Riera, como embajador oficioso ante el CNT, posiblemente a la espera de una orden para trasladarse a Trípoli.

 

El líder del CNT, Mustafá Abdeljalil , además de ofrecer un millón de dólares por Gadafi, vivo o muerto, ha asegurado que los países que apoyaron a los rebeldes serán también recompensados. Habrá que ver en que se concreta eso. España debería estar entre los que pudieran aprovechar el proceso de reconstrucción que necesitará Libia tras la guerra civil. Es verdad que no ha figurado nunca en la vanguardia del acoso al régimen de Gadafi, pero tampoco se le pueden achacar titubeos al Gobierno. Desde muy pronto, se alineó con el grupo de los que apoyaron al Consejo Nacional de Transición y envió fuerzas militares a la misión de apoyo a los rebeldes. Pero la realidad es que nunca estuvimos en primera línea ni militar ni políticamente, incluso siendo miembros del Grupo de Contacto, donde nuestras posibilidades de ayudar económicamente eran muy reducidas. José Luis Rodríguez Zapatero, por cierto, estará en la reunión de ese grupo a nivel de jefes de Estado y de Gobierno convocada en Paris por Nicolas Sarkozy para comienzos de la próxima semana.

 

El Gobierno, en cualquier caso, optó siempre por dar pasos en la dirección que ya habían marcado otros, esperando a que hubiera una decisión europea. Y si retiraba a su embajador en Trípoli y expulsaba al libio en España, lo hacía siempre después de que socios europeos como Francia o Italia adoptaran medidas similares. Lo mismo sucedió a la hora de enviar un representante ante los rebeldes de Bengasi, de reconocer al CNT o de recibir a su jefe en Madrid. Es decir se ha preferido dar pasos sobre seguro, lo cual no puede tampoco extrañar dada la situación de debilidad en que estaba el Gobierno de Zapatero. Quizás haya sido lo más sensato, pero, obviamente, a la hora de recoger los beneficios de haber apoyado a los vencedores, tampoco estaremos entre los primeros.

Libia
Luis Ayllón el

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