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El silencio de Moratinos

Luis Ayllón el

La última crisis con Marruecos –porque hay que llamarla crisis, por mucho que la dirigente socialista Elena Valenciano se empeñe en negarla- plantea interrogantes sobre los motivos reales que la han desencadenado y sobre los objetivos que busca Mohamed VI, pero también sobre el que está haciendo el Gobierno y, particularmente, el ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, en esta situación.

 

 

Es obvio que las acusaciones contra los policías españoles no son más que una burda excusa para poner en tensión a las autoridades españolas. Ya he escrito en un artículo de ABC El descanso de Mohamed la opinión de que todo deriva de que el monarca considera violada su intimidad porque unos helicópteros militares que iban a Alhucemas sobrevolaron el yate en el que descansaba. Y eso es sagrado. Hasta el punto de que para tratar de encauzar de nuevo las cosas, ha exigido la intervención de Don Juan Carlos. Sólo para lavar una supuesta ofensa al soberano aluita, se puede entender que haya sido precisa la actuación de Su Majestad el Rey, que ni siquiera intervino en la crisis del caso Aminetu Haidar.

 

 

Mohamed VI sólo ve como interlocutor a su “tio” Don Juan Carlos para hablar de algo que le afecta de manera personal. Ni Zapatero ni Moratinos le valen. Y además, ninguno de ellos tiene fácil acceso a los palacios marroquíes.

 

 

Tal vez ese sea el motivo por el que el ministro de Asuntos Exteriores ha estado fuera de juego en todo este conflicto. Su interlocutor es su colega marroquí, Taieb Fassi Fihri, pero éste ha sido sólo el instrumento para lanzar la ofensiva de comunicados acusadores contra los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad. Aún así, resulta bastante chocante que un ministro que no oculta sus simpatías hacia Marruecos no haya dado la cara en toda esta crisis, y no se sepa si ha llegado a hacer algún tipo de gestión para ayudar a resolverla. Ni siquiera el hecho de estar de vacaciones lo justifica.

 

 

Y en cualquier caso, una cosa queda clara. La luna de miel con Marruecos hace tiempo que terminó. El “caso Aminetu Haidar” deterioró unas relaciones que se calificaban de excelentes y las reticencias a conceder el plácet a un embajador antiguo dirigente polisario pasado a las filas de Marruecos, no hicieron más que abonar el estallido de la crisis. Sólo faltaba la excusa del helicóptero y encontrar el momento idóneo, para encender la mecha. Y Marruecos, que sabe jugar muy bien con los tiempos, ha provocado el incendio del que quizás espera sacar unos buenos rendimientos, aprovechando la debilidad del Gobierno de Zapatero.

 

 

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Luis Ayllón el

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