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Diplomacia económica: llegan los contratos

Luis Ayllón el

Uno de los objetivos que se marcó el Gobierno y, especialmente, el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, al comenzar su actividad hace escasamente un año fue el de potenciar la diplomacia económica. También la anterior responsable de exteriores, Trinidad Jiménez, habia apuntado ya esa idea, que lo que trata es de favorecer que las empresas españolas puedan obtener contratos en el exterior y ayudar con ello a la mejora de la situación económica en nuestro país.

 

 

 

 

Queda mucho por hacer, pero parece que la labor emprendida comienza a dar algunos frutos y abre perspectivas esperanzadoras. Según el Ministerio de Fomento, las empresas españolas se han adjudicado, en lo que va de año, contratos por 24.000 millones de euros más allá de nuestras fronteras. Entre esos contratos, destaca, desde luego, el conseguido por un consorcio de varias empresas para construir el tren de alta velocidad entre Medina y La Meca, en Arabia Saudí, por un importe de 6.700 millones de euros. La candidatura española ya la apoyó eficazmente el anterior Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, y tuvo en Su Majestad el Rey el gran valedor ante la Monarquía saudí.

 

 

 

 

Los buenos oficios de Don Juan Carlos resultan claves en muchas de las aspiraciones de las empresas españolas, que también han tenido su respaldo en el viaje que realizó hace algunos meses a la India, donde se abren grandes oportunidades.

 

 

 

 

Desde el Ministerio de Exteriores se hace cada vez más hincapié en los aspectos económicos de la diplomacia y así, en cuestión de pocas semanas se han producido sendos viajes de García-Margallo a Angola y a Libia, en ambos casos acompañado por la ministra de Fomento, Ana Pastor, porque, tanto en uno como en otro país, se abren posibilidades para las empresas españolas para hacerse con concesiones en materia de infraestructuras y transportes.

 

 

 

 

En Angola, pese al tiempo transcurrido, tras el fin de la guerra civil, hay aún necesidades de construcción de carreteras, puertos, aeropuertos y redes ferroviarias. Lo mismo ocurre en Libia, donde la caída de la dictadura de Muammar el Gadafi es muy reciente y, donde, además de las necesidades de reconstrucción, una demanda importante renuevas viviendas. Las autoridades provisionales libias estiman que necesitarán unas 900.000 viviendas y ahí se abre una gran oportunidad para aliviar el problema de las empresas españolas de construcción y de todas las que dependen de ese sector.

 

 

 

 

Algo similar ocurre en Argelia, con quien España firmó recientemente un acuerdo para construir un mínimo de 50.000 viviendas de los dos millones que las autoridades de ese país pretenden construir antes de 2014.

 

 

 

 

Asimismo, un consorcio público-privado español acudirá a la licitación del AVE entre Moscú y San Petersburgo, en Rusia, y al tren de alta velocidad entre Río de Janeiro y Campinas, que quiere construir el Gobierno de Brasil, donde, por cierto, Abengoa acaba de adjudicarse tres proyectos por valor de 1.000 millones de dólares para poner en servicio otras tantas concesiones de transmisión electrica que recorrerán unos 2.400 kilómetros.

 

 

 

 

La ministra de Fomento, que viajará el día 22 a Israel confía en que España pueda hacerse al menos con la concesión de algunos servicios del AVE entre Tel Aviv y Jerusalén, a pesar del voto español a favor de Palestina en la ONU, que desagradó a las autoridades israelíes.

 

 

 

 

Política Exterior
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