Demasiado tiempo para Gibraltar
Sin embargo, la estrategia adoptada por el ministro principal de Gibraltar, Fabian Picardo, reavivando el conflicto con los pesqueros de la Bahía de Algeciras, está obligando al Gobierno español a pronunciarse una y otra vez, para defender a los pescadores del hostigamiento que sufren desde hace meses, por parte de la Policía gibraltareña. Lo acaban de hacer el ministro de Agricultura, Miguel Arias Cañete, y el propio García-Margallo, que ha dicho textualmente: “No estamos dispuesto a que nos toreen”.
Las palabras de los dos ministros han sentado muy mal a las autoridades gibraltareñas, que hoy mismo han difundido un comunicado en el que las califican de “amenazas graves” y recuerdan que “una política de hostilidad y antagonismo hacia Gibraltar simplemente no funciona”. Picardo considera inaceptable la actitud del Gobierno español y confía en que que “las vergonzosas amenazas hacia la gente británica de Gibraltar” serán abordadas por el Reino Unido con España “al más alto nivel”.
No es previsible que el Gobierno español vaya a responder al comunicado gibraltareño. No creo que deba hacerlo. Pero sí debería aceptar el consejo de Picardo de tratar directamente el asunto con Londres. Y exigir que las autoridades gibraltareñas dejen de comportarse como el vecino que no para de molestar.
David Cameron y, naturalmente, Picardo, tienen que ser conscientes de que España también tiene en su mano instrumentos para hacer difícil la vida al vecino que tanto incordia. No es lo deseable, pero si es lo que puede ocurrir si desde Gibraltar no se introduce algo de sentido común en la relación con España.
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