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A Picardo le queda tiempo para acosar a los pesqueros

A Picardo le queda tiempo para acosar a los pesqueros
Luis Ayllón el

Hacia algún tiempo que las autoridades gibraltareñas no molestaban a los escasos pesqueros andaluces que tratan de ganarse la vida faenando en las aguas adyacentes al Peñón. Ahora parece, que, a pesar de estar muy ocupado en su ofensiva internacional para tratar de que el Brexit no dinamite el chiringuito financiero de la colonia, a Picardo le queda aún tiempo para incordiar a los pescadores.

El lunes pasado, tres embarcaciones de La Línea faenaban en esas aguas que los gibraltareños consideran suyas, pero cuya soberanía, como es sabido, reclama España. En un determinado momento, una patrullera de la Policía gibraltareña y otra de la Royal Navy, se acercaron a la zona para decir a los pescadores que se marchasen del lugar, porque no podían estar allí.

Se trata de una vieja costumbre gibraltareña que, al parecer, se ha intensificado en las últimas semanas, y a la que suele responder de inmediato la Guardia Civil acercándose a los pesqueros para darles protección con sus patrulleras. Lo normal es que todo quede en un cruce de palabras y que, al final, todos se retiren de la zona para evitar males mayores.

Es una muestra más del hostigamiento al que somete el Gobierno de Picardo a unos pescadores, cuyo sustento depende de la poca pesca que puedan lograr en esos caladeros. El acoso llega, según sospechan en las Cofradías, hasta cortar o hacer desaparecer las artes de pesca que instalan allí los pesqueros para recoger al día siguiente las capturas.

Quizás sea el nerviosismo que, desde hace meses, se ha apoderado de las autoridades gibraltareñas el que lleve a acentuar estas prácticas en un deseo de mostrar a España y, específicamente, al ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, que acaba de darse una vuelta por el Campo de Gibraltar, que el Peñón va a emplearse a fondo para paliar los efectos negativos que se avecina como consecuencia de la salida del Reino Unido de la Unión Europea, antes que aceptar la propuesta de cosoberanía.

De momento, Picardo ha visto cómo la primera ministra británica, Theresa May, se ha ocupado, antes que nada de las Administraciones Descentralizadas de Escocia, Gales e Irlanda del Norte, para preparar la futura negociación del Brexit. No parece que Gibraltar sea una de sus grandes preocupaciones. Al menos, hasta que constate si España, como ha amenazado, está dispuesta a vetar cualquier acuerdo del Reino Unido con la UE que pretenda dar un trato diferente a Gibraltar del que recibirá la Metrópoli.

 

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