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¿Quién mató a Podemos?

¿Quién mató a Podemos?
Marisa Gallero el

 

El 3 de enero de 2017 Pablo Iglesias rendía su particular homenaje a Twin Peaks encarnándose en la “Dama del Tronco” pidiendo unidad al partido y a sus simpatizantes para afrontar Vistalegre II. Ni el peor de los presagios del agente Cooper habría acertado un pronóstico tan adverso para la formación morada el año en el que el espíritu de Dalí salió de su tumba. «Un año determinante para Podemos que no ha terminado bien», resumía en una alarde de autocrítica.

Lejos quedan aquellos tiempos para bromas con series de culto, de hablar con un tronco que se ha convertido en leña. «No os peleéis», le susurraba. Y ha terminado a trancazos. No ha dejado a su vera a ninguno de los fundadores convirtiendo el partido en aquella papeleta con su imagen impresa al estilo del Che Guevara.

Si en la serie creada por David Lynch y Mark Frost el enigma era resolver quién mató a Laura Palmer, con Podemos no hace falta preguntar. Tan sólo mirar en una única dirección. Y no es porque los medios hayan puesto el acento en los debates internos y en cómo hacía de Stalin, es que la formación tampoco ha estado a la altura de sus expectativas. Se olvidaron de los indignados los que se proclamaban «hijos del 15-M».

Para el líder podemita fue llegar la crisis catalana y acabar el show. No hubo tiempo para más troncos ni tramabús, como si a los españoles nadie les contará la corrupción que nos corroe, ni mociones de censura poco efectivas. Para calificarla de histórica tendría que no haber sido un fracaso. El objetivo como un mantra de echar a Rajoy se ha convertido en otra frase hueca de la política actual. Sigue vendiendo que hay una alternativa real al Partido Popular cuando su socio Alberto Garzón le urge a cambiar su alianza y es incapaz de ponerse de acuerdo con el PSOE de Pedro Sánchez. Están en ver quién le da el sorpasso a quién.

Contaba Jorge Verstrynge en una entrevista en ABC antes de las generales que le dio la victoria al PP en minoría que «los españoles se estaban enamorando de Podemos. Ya no va a haber revolución, la gente espera para votarlos». A un día para que se cumpla el cuarto aniversario de su fundación han roto con su electorado. Ya no hay amor ni revolución ni asalto. Se han quedado en los cambios superficiales, en esos que no llevan a nada, de tanto mirar la paja en el ojo ajeno y no el tronco en el propio.

 

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