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Los portazos de Iglesias a Sánchez

Los portazos de Iglesias a Sánchez
Marisa Gallero el

 

Jordi Sevilla estuvo ahí. En el equipo de Pedro Sánchez. En los entresijos de las negociaciones para formar un gobierno de cambio durante los diez meses de bloqueo que terminó, tres investiduras y dos elecciones después, en un nuevo Ejecutivo de Mariano Rajoy.

En «Vetos, pinzas y errores. ¿Por qué no fue posible un gobierno del cambio?» (Ediciones Deusto) Sevilla se convierte en cronista para diseccionar fríamente, sin entrar en cotilleos ni anécdotas jugosas, como cayó el líder del PSOE tras un Comité Federal que fue «como una película de terror», en palabras de Idoia Mendia.

El retrato que subyace es la intransigencia, la agresividad y el cinismo de Pablo Iglesias —«una cosa es lo que tenemos que decir en público y otra cosa lo que tenemos que decir en privado»—. Cómo jugó con los socialistas para despeñar cualquier posibilidad de que saliera adelante la investidura de Sánchez, soñando con el sorpasso y el asalto a los cielos o en su defecto con la vicepresidencia. «El poder y los sillones ante todo».

Las tintas están cargadas contra el líder de Podemos, convirtiéndole en protagonista por «su estilo tajante», descalificando y ninguneando al dirigente socialista siempre que puede. Como reconoció Sánchez en una entrevista: «No entiendo de dónde saca Iglesias tanto odio y rencor contra el PSOE». Entre los portazos de Iglesias se desmonta alguna otra posverdad, como que nunca fue una línea roja del Comité Federal pactar con Podemos, ni que le obligaron a negociar primero con Ciudadanos. Fue una decisión exclusiva del secretario general.

No entra Sevilla en la crítica a Pedro, como si tuviera síndrome de Estocolomo, descrito como un personaje enajenado sólo por los titulares de prensa, y no por su actitud ni por conseguir bajo su mandato no tener prácticamente relación con la mayoría de los barones de su partido. Negando que su único objetivo fuera la presidencia. «Si Pedro hubiera querido ser presidente a cualquier precio, le hubiera bastado con aceptar las condiciones de Iglesias, y «la sonrisa del destino» le hubiera llevado a la Moncloa».

 

Sánchez mintió

Tras el resultado electoral del 26-J, hubo conversaciones para negociar la abstención socialista, antes de que el «no es no» fuera todo. Y descubrimos que Felipe González no mintió cuando reconoció que Sánchez le había revelado que no descartaba «que al final tuviéramos que abstenernos en segunda votación». Hasta encargó al propio Sevilla «un papel breve donde se definieran las condiciones para una eventual negociación con el PP de nuestra abstención». No queda claro cuándo Sánchez cambió de opinión y la abstención fue un mal sueño, llevando al PSOE a una cruenta guerra civil. Desde luego, no se lo comunicó a ninguno en su partido.

Decidió seguir adelante por su cuenta y riesgo, como si estuviera solo ante el peligro, alejándose de su círculo de confianza. «Jordi, estoy preparado para aguantar todas las presiones que vayan a hacernos y voy a defender la autonomía del partido y la autoridad de su dirección hasta el final». Así el ingenioso hidalgo se convirtió en Don Quijote, «en un Sánchez poco menos que “enloquecido”», que «optó por llevar directamente todos los contactos de forma personal y bilateral». De golpe, dejaron de ser un equipo para ser asesores individuales, quedándose muchos fuera de juego.

 

«Gobierno Frankenstein»

En «Vetos, pinzas y errores» se cuenta los errores socialistas y muchos vetos entre unos y otros que demuestran cómo era imposible con esos mimbres y tanta partitocracia que se formara una alternativa real de izquierdas. Sevilla descarta que pudiera existir el llamado «gobierno Frankenstein», aunque Sánchez le confesó que «él no podía impedir que si se repetía una investidura suya, los parlamentarios independentistas le apoyaran gratis».

De hecho, encargó un nuevo punto al acuerdo de investidura suscrito en marzo con Ciudadanos, «una solución para Cataluña», que «nunca se discutió, ni traspasó la sede de Ferraz». Cuál era su verdadera intención queda en el terreno de la hipótesis, porque no sabemos qué hubiera ocurrido si Sánchez se hubiera impuesto en el Comité que le cesó antes de que dimitiera.

Sin entrar en el terreno personal, con muy pocas confidencias, la más llamativa cómo se enteró por casualidad, en la puerta de su despacho, que Sánchez había visitado al nuevo presidente de Telefónica, José María Álvarez-Pallete, cuando él solía acompañarle en ese tipo de contacto. Tampoco le confesó que en la reunión le pidió ayuda «por lo que consideró injerencias excesivas del anterior presidente César Alierta en contra suya y en favor de Susana Díaz».

Sevilla recuerda para «que no se borren las huellas, y para evitar que se repitan». Viendo el nuevo proceso de primarias no diría que es imposible, con alguien que se convirtió dentro del PSOE en un auténtico lobo solitario.

 

ENTREVISTA EN ABC.

http://www.abc.es/espana/abci-jordi-sevilla-rajoy-esta-cargando-argumentos-para-justificar-adelanto-electoral-201703220829_noticia.html

 

 

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