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El espejismo de Podemos

El espejismo de Podemos
Marisa Gallero el

El mismo día que Pablo Iglesias se arropa con sus barones para dar una imagen de unidad, de piña como diría el destituido Sergio Pascual, de César con el poder absoluto dentro de la organización que nació a su imagen y semejanza, el Tribunal de Cuentas examinará a Podemos por la supuesta financiación irregular.

El partido que nació «para cambiar el curso de la historia social y política de nuestro país», y que según Iglesias han intentado desprestigiar con campañas sobre «financiación de gobiernos extranjeros y becas black», tendrá que responder si los fondos ingresados por la productora de capital iraní 360 Global Media, más de dos millones de euros, han servido para financiar actividades del partido.

«No olvidemos lo que nos ha traído hasta aquí», escribía Pablo a sus círculos, explicando el «ingrediente que lo movía», como si todo fuera idílico: «la pasión, la ilusión y la lealtad». Se le olvidó mencionar los claroscuros, cuando asumes «cabalgar con contradicciones»: el poder y el dinero.

Ese poder lo ha ejercido con un golpe de autoridad en la mesa, tan sólo unos días después de la carta abierta de Iñigo Errejón titulada «Con Pablo Iglesias, hombro con hombro».

El silencio de Errejón suena más estridente y elocuente que todos los intentos de justificar la decisión de Iglesias de cesar con nocturnidad y alevosía a la mano derecha de su número dos, por boca de Irene Montero, Rafael Mayoral o Carolina Bescansa.

La ausencia del líder más mediático de Podemos visibiliza aún más el grado de intensidad de las luchas internas de la organización, esa «tensión entre el núcleo irradiador» por jugar con las palabras de Errejón.

Dice Iglesias que en «Podemos no hay ni debería haber corrientes ni facciones que compitan por el control», o más bien no puede haber nadie excepto él, como un halo de luz que brilla para iluminarnos a todos.

Nos han vendido un espejismo de «no ser como ellos», de nueva política, que choca con el estalinismo de su candidato y con la falta de transparencia.  El Tribunal de Cuentas será el que decida en primera instancia si Podemos es también casta.

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