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Salvar al soldado Sánchez

Salvar al soldado Sánchez
Marisa Gallero el

Cuando Albert Rivera denunció «una operación en Génova y Ferraz para salvar al soldado Sánchez» a principios de diciembre de 2015, nunca pensaría que sería él quién se convertiría en la nueva pieza del puzzle del líder socialista en su tortuoso camino a la investidura.

En una calle paralela a Ferraz, en el 20 Rosales debato con un miembro de la Ejecutiva sobre el pacto «de Gobierno» firmado por Sánchez-Rivera con tanto fausto. «Es una barbaridad. No estamos ni a favor de un acuerdo con independentistas ni tampoco con otro que trafica con el alma del PSOE, para que Pedro consiga su sueño y duerma dos meses en Moncloa».

Esa alma del PSOE, me explica, ha quedado totalmente prostituida «en aspectos nucleares para sumar solo 130 escaños». Ni se apuesta por la derogación de la reforma laboral del PP, y sí por un contrato que si no es «único» se le parece, ni la Ley conocida como mordaza, ni siquiera revoca la LOMCE de Wert, sólo la paraliza.

«Si hay personas que piensan que este acuerdo no es de izquierdas, que me digan por qué», decía Sánchez. ¿Acaso le ha preguntado directamente a los suyos lo que piensan? «A nadie. Ni a Felipe González ni a Zapatero ni a Susana Díaz ni a la mayoría de los secretarios generales… Lo ha consultado con sus cuatro amigos».

«Sabíamos que estaba cerca de un pacto con Ciudadanos, pero no con estos contenidos. Contradice lo que somos. Se traga todo lo que traen de la London Schools of Economics, que es mucho peor que el programa del PP. Si comparas a Fátima Báñez con Luis Garicano, parece hasta la Pasionaria».

En esta formación del puzzle, Podemos tendrá que decidir entre el no, situándose a la altura del Partido Popular, y la abstención, tras romper unilateralmente las conversaciones y exigir vicepresidencias y ministerios con tanta ceremonia en ruedas de prensa antes de hablar de programas. Pero gracias a la firma de Sánchez y Rivera, tienen el eslogan perfecto para ir a unas nuevas generales.

«Con este documento de 66 páginas, le hemos dejado en bandeja la campaña electoral a Podemos. Dirán: le hemos ofrecido un Gobierno al PSOE, pero a la hora de la verdad ha pactado con la derecha».

El solo de investidura del próximo 1 de marzo es a mayor gloria del soldado Sánchez, para salvarse si no consigue formar Gobierno, y salvarse a su vez dentro del propio PSOE. Como dicen que apunta Alfonso Guerra, Pedro Sánchez está obstinado en ser expresidente, que es para toda la vida, aunque le llamen el Breve. «Entre proteger al PSOE o salvarse, ha elegido lo segundo», me dice mi interlocutor con un tono de indignación y tristeza.

Mientras tanto corre el tiempo perdido en puro teatro. Así que llámenle como quieran, que si Gobierno «reformista y de progreso», Gobierno de «coalición y del cambio», o Gobierno «de resistencia», pero aquí lo que se precisa no son hipotéticos gobiernos ni más actos de precampaña electoral.

Necesitamos un manual de instrucciones para este puzzle, como escribía Georges Perec en «La vida instrucciones de uso»: «Sólo las piezas que se hayan juntado cobrarán un carácter legible, cobrarán un sentido: considerada aisladamente, una pieza de un puzzle no quiere decir nada».

Pedro Sánchez no conforma un puzzle, aunque haya sumado una nueva pieza.

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Marisa Gallero el

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