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Blogs Laboratorio de Estilo por María Luisa Funes

JFK, 100 años de estilo desenfadado

JFK, 100 años de estilo desenfadado
María Luisa Funes el

Cuando se cumple un siglo del nacimiento del presidente Kennedy, la moda refleja más que nunca un “Sport Chic” que ha influido en varias generaciones

El “Estilo Kennedy” es ese inconfundible aire fresco que llegó a la pacata sociedad de finales de los años 50 con una naturalidad casi infantil, una deportividad norteamericana y un toque británico. Fue, de hecho, John Fitzgerald Kennedy, el precursor de ese estilo que quedó para siempre en las retinas de los ciudadanos del mundo, estableciendo un nuevo género de sport chic.

JFK ha sido el presidente de los Estados Unidos que más ha influido en el estilo de su propio país  e incluso del extranjero, y quizás el único que ha destacado por su singular elegancia. Y esto se debe a una combinación de motivos. Para empezar, JFK ha sido el segundo presidente más joven de la historia de su país, quitando a Theodore Roosevelt, que llegó a la Casa Blanca con 42, pero que parecía al menos 10 años más y hacía gala de un estilo caduco era lo lógico a principios del siglo XX. 

Como segundo factor a tener en cuenta, la estancia de la familia Kennedy en el Reino Unido cuando su padre ejerció de embajador en la Gran Bretaña, dio un barniz a la familia, que cuidó muy mucho su atuendo en un país reverenciado, con el toque que Rose Kennedy, una niña bien hija del alcalde de Boston, John Fitzgerald, impuso en su familia.

Pero los “niños” Kennedy habían sido históricamente algo dejados en su guardarropa: familia numerosa, deportistas al límite y con largas vacaciones en Cape Cod y en Florida, estaban acostumbrados -ellos y ellas- a vestir con sencillez para pelearse, jugar al softball o navegar, utilizando a menudo el blanco, las bermudas, zapatos de barco, pantalones chinos, gafas de sol,  zapatillas de lona, polos y prendas en tono azul claro.

En realidad, los compañeros de habitación de John Kennedy en Harvard, contaban años después el absoluto desastre que era la habitación del presidente: ropa tirada por todos lados, prendas estropeadas y un desinterés general por el vestir. Todo esto cambió cuando Kennedy conoció a Jackie Kennedy, una chica de familia bien venida a menos, para quien era importante “vestirse para el papel”. Fue Jackie la que se aseguró de que su marido llevase las camisas correctas de Brooks Brothers, las zapatillas adecuadas y los polos más discretos del la misma casa americana.

En cambio, para los atuendos de vestir, la primera dama nunca consiguió acertar tanto. Si bien Kennedy lucía corbatas finas -de plena actualidad entonces y ahora- y camisas ad-hoc, los cuellos de las camisas de sus trajes llevaban a menudo botones, algo que en Europa se utiliza para ir de sport y sin chaqueta. Además, el atractivo presidente, que engordó bastante durante su estancia en la Casa Blanca por su dieta y su medicación para el dolor de espalda, llevaba trajes excesivamente anchos, cuadrados casi, en muchas ocasiones. De hecho, sus pantalones eran excesivamente anchos para la época, más en linea con los años 50 que otra cosa. Su hijo, John John, lució en alguna ocasión los trajes de su padre, con idéntico resultado, si bien el físico también le acompañaba.

Para las cenas de gala, Kennedy si acudía al sastre y se notaba. Junto a la impecable primera dama, ya fuera en Francia o en Inglaterra, siempre lucía muy cuidado, en chaqué, esmoquin o frac. Desde entonces, las marcas masculinas de todo el mundo, no han hecho otra cosa que revivir este espíritu de Hyannis Port.

Una exposición en la librería J.F.Kennedy de Boston recorre el guardarropa del presidente que representó a la “aristocracia americana” y muestra replicas de su estilo con camisas auténticas de Charvet, jerseys “preppies” y sus gafas de concha de “American Optical”, una marca que ya no existe, o las “Mansfield Square” de Universal Optical, que se confundieron a menudo con las Wayfarer de Rayban. La exposición también nos remite a prendas posteriores a cargo de Polo Ralph Lauren, Brooks Brothers, Christian Dior o Abercrombie & Fitch, entre otras. Pero nada como la tremenda cabellera, el encanto personal y el carisma de JFK para hacernos recordar que el estilo es, a menudo, personal e intransferible.

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