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Melania Trump y su metamorfosis

Melania Trump y su metamorfosis
María Luisa Funes el

Melania Trump, la nueva cenicienta. Encarna el sueño americano, pasando de exmodelo eslovena inmigrante, a primera dama y ha moderado y perfeccionado su estilo desde que su marido comenzó la campaña presidencial. La mujer de Donald, demasiado sexy para los republicanos, se ha dejado aconsejar por profesionales

Ni Yale, ni Harvard. Ni económicas, ni abogacía, ni medicina, ni periodismo. La nueva primera dama de los Estados Unidos no tiene estudios ni experiencia profesional relevante de cara a su recién estrenado rol, más allá de haber sido modelo durante varios años. Todo un hito en el siglo XXI. Sobre todo si pensamos que va a suceder en el rol a inteligentes primeras damas, con más experiencia y coeficiente intelectual que sus propios maridos, para colmo graduadas en las mejores escuelas del país, como han sido Hillary Clinton y Michelle Obama.

Es curioso que Donald Trump, un hombre que tanto rechaza a los inmigrantes, se haya casado con dos modelos venidas de la Europa del Este: Ivana, de la antigua Checoslovaquia,  y Melania Knauss, de Eslovenia, parte de la antigua Yugoslavia comunista de Tito. Marla Maples, su segunda esposa, era norteamericana de nacimiento. Solo había hasta ahora un ejemplo histórico de primera dama extranjera en U.S.A.: Louise Adams, esposa de John Quincy Adams, presidente de 1825 a 1829, que había nacido en el Reino Unido.

En su campaña a la Presidencia, Donald Trump ha mantenido alejada de los focos a Melania, cediéndole el protagonismo a Ivanka, su hija mayor y una de sus principales asesoras. Tras el desastroso estreno de Melania en la Convención Republicana de Cleveland en julio, donde su discurso fue un plagio total del que hizo Michelle Obama en la Convención Demócrata de Denver en 2008, Trump decidió dejar a su mujer en casa, recuperándola solo con en la última semana de campaña, para pedir el voto femenino en Pensilvania, un estado clave. La guapísima  Melania, no es tan completa como Ivanka Trump, que incluso ha conseguido fulminar al jefe de campaña de su padre para instalar en la sombra a su propio marido, Jared Kushner, un judío norteamericano preparado y con experiencia empresarial, que ya ha organizado el primer encuentro de Trump con Netanyahu.

Parece ser que en el seno del equipo de Trump se pensaba que Melania era demasiado “sexy” para el electorado republicano. Si bien no es la primera dama que ha sido modelo -Pat Nixon y Betty Ford también lo fueron en su día- Melania ha sido la única en posar desnuda para la portada de varias revistas, algo que la alejaba de la imagen de mujer tradicional que deseaban los jefes de la campaña de su marido.

Melania Trump ha cumplido su sueño americano: pasar de modelo eslovena a primera dama del país más poderoso del mundo. Nacida en Eslovenia, en abril de 1970, su infancia transcurrió en la antigua Yugoslavia comunista en una pequeña población industrial y gris. Hija del gerente de un concesionario y de una empleada en una fábrica textil, comenzó muy joven a explotar su físico, presentándose a concursos de modelos a los 15 años. Llamó la atención del fotógrafo Stane Jerko, quien la llevó a Milán, donde entró en una agencia. Pero su traslado a Nueva York, le trajo más rédito. Allí conoció a Donald Trump en una fiesta organizada por la agencia de modelos del magnate y el flechazo fue inmediato por parte de él. El resto es historia. En 2005, Trump y la modelo se casaron y ella obtuvo la nacionalidad estadounidense. El único hijo de la pareja, Barron, nació un año después, convirtiéndose en el quinto vástago del nuevo presidente de los Estados Unidos de América.

La futura primera dama, no escatima en presupuesto de guardarropa. Hasta hace un año, aunque vestía a menudo de costura francesa y de marcas italianas, sus atuendos eran excesivos, con escotes, brillos y diseños exagerados. Recordar su boda con Trump y la decoración de los salones en la que tuvo lugar, daba una idea del estilo “flamboyant nouveau riche” de la exmodelo, aunque el vestido de Dior con el que Melania contrajo matrimonio, y el de Vera Wang que lució durante la cena posterior, no se los cobraron. Ralph Lauren, Chanel y Balmain son otras de sus marcas favoritas.

Su anillo de compromiso, un espectacular diamante de 13 quilates y talla esmeralda que asemejaba al que Mike Todd regaló a Liz Taylor en su día. Se trata de una pieza de la joyería Graff de 3 millones de dólares que el hábil Trump, consiguió a mitad de precio. En su décimo aniversario de boda, Trump se presentó en casa con un diamante de 25 quilates y a menudo le regala piezas de Cartier y Tiffany’s.

Pero la campaña de su marido a la Presidencia de los Estados Unidos, ha modificado el estilo de la nueva primera dama que, consciente de las exigencias del guión, se ha dejado aconsejar por expertos para elegir su nuevo vestuario. Ahora reinan en su armario las camisas de seda con lazo, vestidos monocolor y prendas discretas y elegantes en blanco, como el vestido con mangas abullonadas de Roksanda Ilincic – otra yugoslava aunque de origen servio – que lució en el fatídico discurso de Cleveland, o el precioso mono blanco de seda de 4.000 dólares de Ralph Lauren con el que acompañó a su marido al discurso tras su victoria.  A buen seguro que ahora que comienza a vestir bien, habrá cola de diseñadores deseando que la señora Trump escoja sus prendas. La nueva princesa americana, cuidará la discreción de su imagen tanto como cuida el minimalismo en sus palabras, y parece que se dedicará a acciones benéficas relacionadas con las mujeres y los niños.

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