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Blogs Laboratorio de Estilo por María Luisa Funes

Volver a Cadaqués

Volver a Cadaqués
María Luisa Funes el

Decía Anaïs Nin que algunos viajamos siempre, buscando otras vidas y otras almas. No he encontrado nunca una descripción tan acertada para aquellos que tienen la necesidad instintiva de moverse, observar y aprender.

Entre todos los lugares que conozco, hay un paraíso cercano que me hizo feliz durante varios veranos. En compañía de una gran amiga, con casa en el precioso Portdoguer, celebrabamos cumpleaños, santos y cualquier otra noticia que surgiese.

Reducto de artistas y curioso lugar de vacaciones, Cadaqués consigue ser un pueblo sin dejar de ser internacional.

Sus casas, tiendas, balcones y cuestas, son un misterio que no pretende serlo, porque la naturalidad es uno de los puntos fuertes de este delicioso pueblo.

Portdoguer, con la iglesia al fondo

Las mañanas transcurren rápidas. Una visita a la panadería o el colmado es imprescindible, para hacerse con las provisiones para el día, ya que el plan consiste en salir en barquita a alguna cala cercana. No obstante, una parada en el Maritimo es irresistible, para tomar un vermú o charlar con amigos de otros años. Este bar es un punto de encuentro para varias generaciones. Los franceses se dan cita en su terraza para organizar el dia.

Los paseos en barcas típicas de la zona, con cesta de picnic, son el plan habitual. En función del viento, se decide la cala de destino. Alli se unen las barcas de amigos cercanos, compartiendo comida y bebida, que suele ser simple pero apetecible. Gazpacho, butifarra, pollo frito y algo de vino blanco. Todo se comparte y el que llega sin nada, es invitado a probar los picnics de los más previsores.

A la vuelta del día, se impone un aperitivo en la playa de Portdoguer, para contar las batallas del dia y quedar para la noche.

La preciosa Casa Azul, define perfectamente el elegante y romántico estilo de Cadaqués.

Recorrer las calles del pueblo brinda refrescantes sorpresas en cada esquina.

Los bares y tiendas parecen sacados de un cuento.

La casa museo de Dalí en Portlligat es una visita imprescindible. Sus salones, la piscina, los jardines y las curiosas ocurrencias del genio de Figueras, no dejan indiferente.

Dali era un maestro también de la decoración y las ocurrencias. Puertas secretas, esculturas curiosas, ventanas en lugares estratégicos, salas redondas… un lugar lleno de curiosas invenciones.

Cenar en Casa Nun, en el Japo, en el libanés, el marroquí o incluso una pizza en La Gritta, es el plan de noche. Se come bien en cualquier sitio.

Y para terminar el día, una copa en La Habana, acompañados de la música en directo del Nanu. Cadaqués, un pequeño paraíso bohemio en un enclave idílico. Estar allí es volver a donde pintores  como Duchamp o Picasso, artistas como Man Ray y escritores de la talla de Paul Eluard, Marquina o García Lorca, disfrutaron de amaneceres y calas inolvidables.

 

 

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