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Blogs Laboratorio de Estilo por María Luisa Funes

Las reglas de oro de la Haute Couture parisina

Las reglas de oro de la Haute Couture parisina
María Luisa Funes el

Un inglés y una española, son el origen de la Alta Costura francesa. Esta semana comienzan los desfiles de la Alta Costura en París, una costura que se guiaba en sus inicios por unas pautas muy claras, definidas para favorecer la industria textil francesa. Estas reglas del juego, como veremos, se han ido relajando con el paso del tiempo y ya no son ni la sombra de lo que eran.

La prosperidad de la Europa de 1850, especialmente en Francia e Inglaterra, se vio favorecida por un largo periodo de paz y por los beneficios que algunas colonias proporcionaban al viejo continente. La expansión de la burguesía, los adelantos en el mundo de la comunicación y los nuevos modos de transporte, impulsaron el consumo y la moda. La rivalidad entre Londres y París se vio aumentada por las respectivas exposiciones universales que cada ciudad organizó, en 1851 y 1855 París, una “batalla” de la que salió vencedora la Ciudad de la Luz, que desde entonces quedó consagrada como la ciudad de la moda y la cuna de la costura.

Pero fue un inglés, Charles-Frédéric Worth, el que sentó las bases de la Alta Costura parisina en 1958. Worth había llegado a Francia una docena de años antes y había trabajado en una mercería  sofisticada. Allí conoció a la que sería su mujer y juntos abrieron un taller de Alta Costura. Visionario y emprendedor, lideró junto a otros modistos franceses la creación de una legislación que protegiese a los costureros franceses y les diera exclusividad.

La suerte de Worth fue hacerse con la española que se convirtió en emperatriz francesa -Eugenia de Montijo- como clienta, extendiendo así de modo global su reputación y acercándole a otras casas reales europeas. Revisamos las normas principales de la Alta Costura y su aplicación en la actualidad.

  1. Presentar anualmente dos colecciones con un mínimo de 50 modelos cada una, con piezas de día y de noche. Actualmente, algunos de los desfiles cuentan con un número menor de prendas, algo que sin duda empobrece las colecciones.
  2. Celebrar desfiles en edificios emblemáticos de la capital del Sena, presentándose las prendas con un mínimo de 3 maniquíes. Realizar al menos 45 pases privados para clientas concretas. Si bien los desfiles se siguen haciendo en lugares emblemáticos que dan a conocer mejor la ciudad de París y el número de maniquíes es muy superior, rondando las 15 o 20 modelos, ya no se exigen los pases privados.
  3. Poseer un taller con al menos 20 empleados fijos. Esta norma es una de las pocas que sigue estando vigente, aunque sea simplemente porque con un equipo menor es difícil llevar a cabo todas las labores.
  4. Cada vestido representaba entre cien y mil horas de trabajo manual. Las telas, fornituras, apliques y pasamanería debían proceder de Francia. El proteccionismo francés que impulsó la industria de la confección con estas normas, ya lo había fomentado Luís XIV con la creación de telares franceses para replicar los ricos tejidos que venían de Oriente y los sofisticados encajes venecianos. Ahora es habitual que las telas provengan de otros orígenes.
  5. Elaborar piezas enteramente a mano, con un revés tan impecable como el derecho. Quizás esta siga siendo una verdadera máxima de trabajo para los miembros de la Alta Costura parisina, algo que evidentemente también hacen los mejores modistos de otros países.
  6. Realizar primero el vestido en una toîle de algodón o lino, reservando los tejidos finos para el traje definitivo. El vestido pasaba entre 3 y 7 pruebas preliminares a su completa elaboración. La realización de la toîle previa se ha convertido en una norma en casi cualquier taller de costura sofisticada actualmente, pero el número de pruebas es en ocasiones menor.
  7. Las telas debían ser exclusivas para la casa del couturier. Esta norma se pasa hoy por alto, ya que actualmente sería imposible y muy costoso que todas las telas fueran tejidas “a medida” para cada casa de modas.
  8. La persona que elaboraba los bocetos debía también acabar el vestido, asegurando así la formación de una cantera de posibles futuros costureros, cortadores y diseñadores. Esto actualmente rara vez se cumple, ya que en los talleres de Alta Costura se han especializado mucho en las distintas labores de patronaje, corte, costura o bordados.
  9. Los niveles de precio permitidos, máximos y mínimos, se publicaban y modificaban periódicamente. Hoy en día esto sería una medida de intervencionismo poco viable. En su día, se trato de una entente cordial para que las casas parisinas no compitiesen en precio entre si.
  10. El cliente tenía la garantía de que solo existía un máximo de 3 modelos como el suyo. Ahora se supone que esto sigue siendo así, aunque estaría por ver en realidad se cumple a rajatabla.

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