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Blogs Laboratorio de Estilo por María Luisa Funes

Los zapatos de Isabel II

Los zapatos de Isabel II
María Luisa Funes el

Durante 50 años, la reina Isabel II de Inglaterra ha permanecido fiel a su estilo de zapatos.

Si bien alguna vez ha “traicionado” a sus mocasines negros de tacón ancho, suele ser su calzado elegido en conmemoraciones, festejos y visitas oficiales diurnas.

Cuando va a estrenar cada par, hace que una de sus empleadas los use un poco para darle forma. Para ello, los prueban con calcetines y sobre alfombras, aunque también se aseguran de que no resbalan.  El equipo de Isabel II, los arregla, repara, pone tapas y cuida con el primor de una señora sin medios.

Son cómodos, clásicos, algo rancios y se venden por mil libras en Anello & Davide of Kensington. Allí guardan la horma de madera de la reina para no errar con las medidas.

Aunque los tiene en mas colores, los negros y marrones son sus favoritos. Isabel II los considera sus “zapatos de trabajo”.  A menudo los lleva en charol, con cadenas o bocados en tono cobre o dorado.

Para la noche, también suele llevar una versión dorada, plateada o en satén, aunque rara vez se ve su calzado cuando viste de largo.

Ya que la reina ni se queja ni interrumpe sus labores, por muy tediosas que sean, se asegura de tener un cómodo pedestal.

Al comienzo de su reinado, su zapatero oficial era Rayne, una casa fundada en el Reino Unido en 1885. Rayne había sido proveedor de la reina Madre y de la reina Mary de Teck, abuela de Isabel II. La reina Mary les había convertido en proveedores reales ya en 1936.

En Rayne llegaron a elaborar los zapatos de Elizabeth Taylor en Cleopatra y de la princesa Margarita o Margaret Thatcher, Wallis Simpson y la princesa Diana.  A menudo, Rayne recurría a diseñadores de moda como Roger Vivier o Mary Quant.

Cuando Rayne reveló el número de zapato de la reina en un viaje a Nueva York, la bronca que recibió fue morrocotuda. En el Palacio de Buckingham le hicieron saber cuan molesto era para la reina Isabel, ver su intimidad amenazada.

Cuando Rayne cerró,  completamente olvidado en el mundo de la moda actual, la reina Isabel encontró a un antiguo empleado de la casa del zapatero, a quien le encargó nuevos modelos. Era David Hyatt, que desde entonces trabajaba para Anello & Davide, nuevo proveedor real, recibiendo anualmente el encargo de un par de zapatos nuevos por año por parte de la reina Isabel. Allí, también le arreglan pares antiguos o les ponen tapas: “La reina no es Imelda Marcos”; dice Hyatt. Está claro.

 

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