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Blogs Laboratorio de Estilo por María Luisa Funes

El Duque de Edimburgo, icono de la elegancia intemporal

El Duque de Edimburgo, icono de la elegancia intemporal
María Luisa Funes el

Aunque cumple 95 años esta semana, Felipe de Edimburgo supera en los rankings de elegancia a sus propios nietos, Guillermo y Enrique.

¿Encuentra extraña su nueva posición en el entorno Real? Le preguntaron a Felipe de Edimburgo al convertirse en marido de Isabel II. Y él contestó con firmeza: “Claro que no, yo también soy descendiente de la reina Victoria”. El duque lleva exactamente 63 años -desde la coronación de la Reina Isabel II de Inglaterra- caminando un par de pasos detrás de su esposa, representando el decoro, la masculinidad y la perfección en el cumplimiento del protocolo.

Único hijo en una familia de niñas, el duque de Edimburgo fue tutelado de cerca por su tío, Lord Mountbatten, que murió asesinado en un atentado del IRA  junto a su casa de verano en Irlanda. Isabel II había conocido al duque en la boda de Marina de Grecia con el Duque de Kent, aunque el flechazo surgió en la visita de la entonces princesa Isabel a la Escuela Naval de Dartmouth en julio de 1939. Se cartearon durante años, pero no fue hasta que Isabel cumplió los 21 años en 1947, cuando los reyes de Inglaterra permitieron a su hija casarse con Felipe, que en realidad es su primo segundo. El actual duque renunció entonces a sus títulos como heredero en la línea de sucesión de Grecia y Dinamarca.

La carrera del duque como marino en el Reino Unido, se vio abruptamente interrumpida poco después de su boda con la princesa Isabel por la muerte de su suegro, Jorge VI, que sorprendió a la pareja de viaje en las Colonias. El duque de Edimburgo comenzó entonces a ser “el Rey en la sombra”, ya que si bien es Isabel II la protagonista de actos y decisiones, una vez que las puertas se cierran, es el duque el que toma el rol de jefe de la casa.

Acompaña a Isabel II en la mayor parte de sus actos, erguido y con los brazos atrás. Su atractivo personal, su versatilidad, la fantástica percha de la que la naturaleza le ha dotado y su mesura protocolaria, le han convertido a través de las décadas, en uno de los hombres más elegantes del mundo, superando a su hijo y sus nietos en la mayor parte de los rankings del Reino Unido.

1. El duque joven

Felipe de Edimburgo nació el 10 de junio de 1921 en Mon Repos, la villa familiar en la isla de Corfú, Grecia. Hijo del príncipe Andrés de Grecia y Dinamarca y de la princesa Alicia de Battenberg, está emparentado con todas las casas reales europeas. Desde muy joven, supo elegir prendas sencillas y clásicas de sastrería británica que complementaban su altura, mirada clara y aristocrático perfil. Aún ahora sigue utilizando un guardarropa reducido, cuida mucho sus prendas y antes de descartar un traje intenta que se arregle o repare. 

2. El duque deportivo

Los hombres elegantes no solo saben elegir bien las prendas adecuadas, sino que poseen eso que en Francia se llama “élan” o “charme”. El duque de Edimburgo ha sabido vestir bien incluso practicando cualquier deporte, mostrando un sentido innato del estilo ya sea jugando al polo, nadando o pescando.

3. El duque en el campo

Saharianas, sombreros, escopetas, botas y cualquier otra prenda y accesorio que el duque lleva en las jornadas camperas en Sandringham o Balmoral, son frecuentemente piezas de encargo. Felipe de Edimburgo es el perfecto “modelo publicitario” de las marcas que tienen el “Royal Warrant”, tal y como es el caso de las chaquetas enceradas Barbour, los rifles de Holland & Holland, las escopetas de Purdey o las botas de Hunter.

4. El duque familiar

Ni en los videos privados ni en los momentos más íntimos, relaja el duque de Edimburgo su etiqueta. Siempre correcto e impecable, el duque ha lucido elegante en reuniones familiares, posados en la hierba o jugando con sus hijos cuando eran pequeños. Elige su guardarropa de sport en Daks y sus zapatos en John Lobb.

5. El duque militar

Las condecoraciones de Felipe de Edimburgo superan sus chaquetas por la izquierda y la derecha. Ahora que cumple 95 años su agenda militar y protocolaria sigue siendo intensa, si bien reconoce que comienza a fallarle la memoria. Hace un año, la Reina le concedió un título que ella misma ostentó durante décadas, el de lord gran almirante del Reino Unido. Sus uniformes militares los realiza Johns & Pegg.

6. El duque conduciendo

El príncipe Felipe, conduce motos, coches y todoterrenos. Son históricos sus paseos en Land Rover y su elegante Lagonda Coupe 1954, ahora a la venta. Para cada encomienda, viste de un modo distinto y siempre ad hoc. Incluso cuando conduce un coche de caballos clásico, sabe pertrecharse del atuendo indicado, con una manta de lana sobre el regazo y uno de sus sombreros a medida de James Lock Hatters. 

7. El duque de traje

Impecable e inmaculado en su vestir, el duque domina el arte de vestir de traje con más dominio que su hijo y sus nietos, que aparecen en los rankings de elegancia en el Reino Unido muchos puestos más tarde. Sabe combinar las prendas sin intentar ser un dandy: evita el colorido y los adornos excesivos, en un ejercicio de simplicidad superlativa. Le gusta llevar prendas de twill grueso y suele preferir las solapas anchas. Su sastre de juventud fue el famoso Teddy Watson, de Hawes & Curtis. Ahora encarga parte de sus trajes en Gieves & Hawkes y las prendas de corte ceremonial en Eves & Ravencroft, los sastres más antiguos de Londres, con taller desde 1689.

8. El duque en falda escocesa

En Kinloch Anderson se ocupan de las faldas escocesas del duque desde los años 50. Nadie ha vestido con más dignidad y masculinidad esta particular prenda escocesa que no duda conjugar con calcetines y chaquetas a juego.

9. El duque, pintando.

El príncipe Carlos ha heredado su afición por la pintura de su padre, un hombre como vemos polifacético, valiente e inteligente, cuyas capacidades no han sido valoradas en su justo modo.

Cuadro “Su Majestad la Reina, desayunando”, obra del duque de Edimburgo.

10. El duque, de gala

Cuando el duque va de gala de día, o sea, en chaqué, suele elegir colores sobrios. En las carreras y en Ascot escoge la menos común chistera gris, mientras otros asistentes van con un modelo negro. Esta y otras sutilezas son el más claro indicador de la naturalidad y la comodidad con la que Felipe de Edimburgo se enfrenta al protocolo.

 

 

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