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Blogs Laboratorio de Estilo por María Luisa Funes

Vestidos para saltar la banca

Vestidos para saltar la banca
María Luisa Funes el

Los vestidos más caros del mundo desfilan en la Semana de la Alta Costura de París. Medidas. Cálculos. Escuadra. Dibujos. Tiza. Patrones. Corte. Hilos.Pasamanería. Plisado manual. Ballenas, hilvanes, bordados, encajes, pedrería, cierres, volantes, pedrería, mangas… Los vestidos de la Alta Costura de París tardan una media entre 200 y 500 horas en confeccionarse. Pero se puede tardar más de mil horas, si el tejido requiere bordados cargados o pedrería y si se realizan plisados manuales. En realidad, no hay límite para esta labor artística que sigue liderando el potente mundo de la moda.

En el ranking de vestidos más caros de la Semana de la Moda de París para la temporada de la primavera-verano 2016, han destacado vestidos de Stephan Rolland, Chanel o Valentino que se han acercado a los 200.000 euros. Aunque el público en general desconoce el trabajo que supone la creación de estas prendas tan complejas, las clientas más experimentadas valoran cada pieza y ni siquiera preguntan el precio a priori, por mucho que cada modelo valga entre un mínimo de 10.000 euros y un máximo de 200.000.

Uno de los modelos más caros de Chanel ha sido un vestido largo y recto de organza, con  unas complejas mangas redondas que se tardó 530 horas en bordar. La falda llevaba cosidas a mano  a 50.000 piezas minúsculas de cristal, lentejuelas y madera. Los exquisitos atuendos de Valentino, a cargo de los exitosos Maria Grazia Chiuri y Pier Paolo Piccioli, incluían bordados y tejidos plisados a mano, tul y organza que pasaron por las manos de seis costureras durante 60 días. Dior, Elie Saab, Stephan Rolland y Zuhair Mourad presentaron sofisticados modelos, extremadamente elaborados y costosos.

¿Qué mueve a las clientas a desear las colecciones de Alta Costura y a suspirar por ser invitadas a los desfiles de París? Las chinas más jóvenes presiden ahora la primera fila. Les siguen las árabes, en segunda fila, con y sin hiyab. Más atrás, ciudadanas de la India, Rusia, Brasil y de otros países hispanoamericanos pueblan los asientos. Se trata de un nuevo mapa mundi de la riqueza global, protagonizado en parte por los países emergentes.

Y es que el dinero “antiguo” no mueve tanto el sector de la Alta Costura como el dinero “nuevo”. La nueva clientela necesita demostrar y comunicar su nuevo estatus. Piensan que no hay mejor ni más rápida manera de definir su nueva identidad que elegir objetos que los demás no puedan adquirir. El “dinero antiguo” tiene ya los armarios llenos de cosas y desea disfrutar de otras experiencias.

La clientela invitada a los desfiles se siente parte de un selecto club de compradoras, una suerte de club social internacional al que no se consigue entrar solo con dinero. Es por ello que, para muchos acaudalados empresarios de todo el mundo, que sus esposas vistan de Alta Costura parisina o que acudan invitadas a los más importantes desfiles, supone todo un éxito social.

Entre las más cultivadas, se tiende a coleccionar vestidos. Para ello se utilizan bolsas de tela especificas, enormes vestidores y los servicios de tintorería más sofisticados. A las clienta importantes, sobre todo si se dejan mas de 300.000 euros al año, se las visita por ejemplo en Nueva York, de ser necesario, para efectuarle una prueba adicional a la entrega. Las prendas se ajustan y corrigen con el tiempo. Antiguamente incluso había maniquíes de madera con las medidas exactas de cada clienta, para realizar las pruebas en el mismo taller y en ausencia de la clienta.

La clientela más habitual, encargan más prendas de Alta Costura de día que de noche, ya que se utilizan con mayor frecuencia los trajes sastre de dos piezas o vestidos cortos que los de gala. A las estrellas de Hollywood se les facilitan prendas vistosas, si bien no siempre tan costosas, a menudo “tuneadas” para la ocasión, de modo que no sean similares a las del desfile o a aquellas destinadas a clientas conocidas. De hecho, la clientela más antigua o más famosa, interesa a las grandes marcas de Alta Costura parisina como estandarte e imagen de marca, aunque a nivel de ingresos, suelen contribuir poco.

La Alta Costura se conjuga a veces en colecciones de prêt-à-Porter a mejor precio, que serán a su vez copiadas por las marcas de fast-fashion a precios y calidad irrisorios, pero acercarán la moda a todas las clases socioeconómicas. La moda y el estatus forman una complicada pareja: lo que puede parecer una compra alocada y costosa para unos, parecerá una banal y factible compra para otros. 

Pero la crisis actual, que tanto ha dañado muchos sectores y marcas, no ha hecho mella en la Alta Costura. Su clientela, una creciente clase de millonarios en países emergentes y la eterna clase alta occidental, se pueden permitir un vestido de alta costura por temporada. Y quien dice uno, dice cinco o diez. Lo que algunas clases sociales han reducido son sus compras de palacetes en Chelsea o los pedidos de nuevos aviones privados.

Es curioso pensar que hasta los años 40 todas las mujeres con posibles llevaran costura, ya que no existía otra cosa: los modelos de día, los abrigos de tweed, los vestidos de noche, e incluso los trajes de baño y los vestidos para bajar a la playa eran costura y a medida. Las españolas  llevaron costura de los grandes maestros nacionales hasta los años 50 y 60; Y en muchos casos se hacían ropa en casas francesas. Con reverencia hacia nuestros vecinos del norte, no dejamos de señalar que la creatividad y el buen hacer de la costura española siguen vigentes a un precio que nada tiene que ver con el de París.

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