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Tendencia Gypset, muy Casiraghi

Tendencia Gypset, muy Casiraghi
María Luisa Funes el

La tendencia Gypset

 

Andrea Casiraghi, Tatiana Santo Domingo y Mark Zuckerberg lideran un nuevo y contradictorio estilo de vida

Fusión perfecta entre la vida bohemia de los gitanos de antaño (gypsies) y la sofisticación de la jet-set, nace el término Gypset, que define a un grupo de privilegiados que lleva una vida seminómada en pleno siglo XXI. Entre ellos están algunos de los personajes más famosos de la esfera global.

El término Gypset, acuñado por la periodista Julia Chaplin en su libro Gypset Style, no se ha hecho realidad hasta estos últimos años. La protagonizan miembros de la alta sociedad, saciados de los exagerados e innecesarios lujos del final del siglo XX.  Han puesto de moda ir “pasados de rosca”, cual verdaderos “perroflautas de luxe”.  Pero no pensemos que se trata de gente que vive de modo sencillo. Los gypsets cuidan obsesivamente cada detalle de su indumentaria y bohemios viajes, para acabar reuniéndose en festivales musicales progres en los que se vive en roulotte cinco estrellas o tienda con aire acondicionado, con mayordomo y catering de lujo, a los que se llega en helicóptero o jet privado.

Su estilo al vestir es de corte hippy: pelo suelto y sin peinar, vestidos largos e incluso torsos desnudos. Andrea Casiraghi y Tatiana Santo Domingo son algunos de sus mayores exponentes. Exhiben maxi anillos de tipo étnico, sombreros raros, pareos curiosos y grandes camisas estampadas. Van cargados de joyas étnicas, collares de madera, rafia y amuletos. Se interesan por prendas y accesorios artesanales que provienen de distintas culturas del mundo. La misma Tatiana, ha creado una marca de ropa alternativa “de luxe” llamada “Muzungu Sisters” que cobra a 400 euros los abrigos étnicos que previamente compran a 8 euros.

Ataviados al estilo hippy-grunge, los gypsetters viajan por el mundo en busca de la última fiesta, la última experiencia. Entre sus conciertos, el más significativo es el “Burning Man”, una alocada reunión de millonarios y extravagantes –llamados “burners”- que tiene lugar bajo el calor y el secretismo de Black Rock City, una “ciudad” temporal con tiendas de campaña de lujo dispuestas en semicírculo, situada en el Estado de Nevada. La zona es un antiguo “cementerio” de crímenes sin resolver, aunque ahora se llena de ídolos de madera dispuestos a ser quemados, una versión progre y alocada de las Fallas, al fin y al cabo.

Comenzaron a asistir los cachorros de Sillicon Valley. Ahora Jade Jagger, Paris Hilton, Margherita Missoni, Carlota de Mónaco, Beatrice Borromeo, Tatiana Santo Domingo, los Casiraghi y otros estresados de la vida, se unen al grupo de David de Rothschild, Damien Hirst o Mark Zuckerberg.

Las correrías y proezas que tienen lugar en “Burning Man” permanecen secretas. La prensa afirma que se trata de una reunión de pijos, viejos y casados, en busca de orgías variadas.  Como dice el director de documentales Olivier Bonin, “los burners creen que están cambiando el mundo y en realidad, solo están de fiesta”.  

 

 

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