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Blogs Laboratorio de Estilo por María Luisa Funes

Día redondo en Cibeles

Día redondo en Cibeles
María Luisa Funes el

Creatividad y sobriedad a partes iguales, reinaron en el segundo día de la pasarela  de Madrid

 

Nadie interpreta mejor a la mujer andaluza de otras épocas que Moisés Nieto. Si en otras temporadas sacó a la palestra vestidos inspirados en las plantas y los patios de las casas del sur, más tarde nos supo deleitar con su particular Semana Santa y la ropa negra con calcetín a juego de corte Bernarda Alba. Para el próximo verano, Moisés nos sorprende con una colección “retrofuturista” – según sus palabras- que nos traslada al Torremolinos de los años 60, la época en la que la lozana andaluza tenía que competir con la sueca de turno frente a frente, con el michelín al aire.

Moisés propone una colección playera: vestidos hechos en punto de algodón; tops con tela de toalla, cinturones de albornoz de baño, minivestidos, shorts, colores fuertes mezclados con colores pálidos, enormes ojales ribeteados y maxi pendientes de acetato en tonos ácidos. Contado así, podría parecer una mezcla imposible,  pero Moisés Nieto, sabe agitar la coctelera para que el resultado salga siempre tocado por la varita mágica.

Y de Torremolinos viaje directo a Japón. Ulises Mérida, tomó la tangente y se inventó un universo nipón. Inspirándose en los poemas breves japoneses –Haiku- presentó una colección de prendas sencillas, ropa cruzada, cinturones anudados al estilo kimono, pureza de líneas y pocos colores. Rojos, azules y plateados. Sobresaliente el trench plata, el vestido rojo plisado de escote asimétrico y el vaporoso traje largo abrochado en el collar de eslabones.  Una propuesta algo fría, pero original y con piezas acertadas.

Roberto Torretta, muy en su línea de sobriedad, destacó con unos impecables monos lisos de volante asimétrico.  La serie de prendas negras semitransparentes era absolutamente innecesaria y déjà vu. Deliciosos, sus vestidos verdes en estampado tropical, un ramillete de modelos de distinto corte y escote con un toque mansamente atrevido.

El desfile de Amaya Arzuaga supuso una impecable lección de escultura y geometría. La brillante sucesión de piezas “de museo” circulaba ante la mirada atenta de los asistentes. Inspirándose en las formas del genial arquitecto finlandés Eero Saarinen, Amaya ha combinado una parte de arquitectura, otra de escultura y un cúmulo de curvas superpuestas. No en vano, Saarinen fue arquitecto,  escultor y se hizo famoso por el trazo curvilíneo de sus obras y muebles. Los cuellos de estilo “golilla” de Felipe II en versión moderna dominaron la pasarela al inicio.

Se sucedieron vestidos tridimensionales con el torso despegado del cuerpo, formas florales, réplicas de pétalos, pliegues y círculos concéntricos de tul. Utilizando una gran variedad de materiales, entre los cuales estaban la rejilla, el crêpe y el tul, Amaya Arzuaga se limitó a pocos colores, predominando durante todo el desfile el negro –habitual en ella- , el beige y el amarillo.

Ha sido el mejor desfile de Amaya de las últimas temporadas. Acierta dejando de lado la ropa más común: al fin y al cabo, eso lo vende cualquiera. Las prendas de punto que siempre ha hecho en los talleres de su madre, no pueden competir con otras marcas de precio más bajo. Dándole un giro de costura muy “à la Sybilla” a su colección, Amaya ha apostado fuerte y ha ganado la partida.

Juanjo Oliva llenó la pasarela de angelicales vestidos largos. La música acompañaba ceremoniosa. Metros y metros de tela, sabiamente desperdiciados en colas, capas y pliegues; telas de gran caída y movimiento; un arcoíris de colores, del blanco al azafrán, del rojo al violeta y del azul al verde. Oliva jugó con la interpretación de la túnica en sus mil versiones: corte persa, inspiración india o estilo victoria de Samotracia. Los vestidos de rayas del inicio, fueron el toque picante de un desfile lánguido y elegante.

Ana Locking ha estado acertada esta temporada. Con una colección de prendas muy dispares, ha presentado “Foreva”, inspirada en la serie “A Dos Metros Bajo Tierra”.  Muchos modelos iban cuajados de tiras de tela plisada en formas caprichosas. Como ocurre en algunas colecciones de MiuMiu y Prada, abusó de detalles hiperfemeninos, de colores pastel, de cuellos con vida propia y apliques bordados. Con un ligero estilo entre inocente y surrealista que recuerda a los desfiles de Miuccia,  presentó piezas en neopreno, crêpe y antelina. El plisado a cuadros de su vestido naranja, espectacular. Los vestidos negros de encajes estaban compuestos por varias telas y rejillas, causando a propósito el efecto de estar rotos. Con esta colección, puede que Ana Locking esté abandonando el feísmo para siempre.

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