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Blogs La capilla de San Álvaro por Luis Miranda

Siete días

Luis Miranda el

Es Ella como podría ser otra imagen para cualquiera. Pero es Ella porque lo dice al oído del que escucha y escribe, porque inspira y susurra y hace pensar al iluso que necesita unas manos para que cuenten lo que dice.No atruenan tambores fuera ni hay tenue rumor de túnicas que pasan. No se afanan las prisas ni los nervios y en las naves no está aún formando una comitiva de luces. No reinan el rumor ni el comentario, no se escuchan el chisme ni la volatilidad del mundo. No es posible más que lo hermoso cuando Ella preside.
Se acabó la tibieza del aire de la primavera. Ahora la piel es una barrera lejana y el verdadero calor está por dentro y entra por los ojos y por el corazón que se ha despojado de las vanidades del mundo. Es de noche y es Cuaresma, y no habrá cornetas ni calendarios descontando días que igualen el encuentro, el diálogo que no necesita las palabras, el consuelo paradójico e infalible que se ofrece de unos ojos que no pueden tener más dolor. No habría milagro en Semana Santa si no se preparase en la espera amorosa de los cultos y en la imagen que baja para estar más cerca de los suyos, en la misa que redobla el interés porque parece que Dios y la Virgen hablan por la madera prodigiosa que todo el año escucha oraciones.
Es de noche y no están formándose procesiones ni hay que cumplir horarios, no se fajan costaleros ni el Pan del Monumento llama con su Amor, pero benditos sean estos siete días y todos los días en los que un cofrade se da cuenta de lo ridículos que serían sus afanes si sus titulares no centellearan en su capilla y no le enseñasen el camino. Y más cuando si estuvo tanto tiempo echándolos de menos.

Cuaresmario
Luis Miranda el

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