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Blogs La capilla de San Álvaro por Luis Miranda

Post tenebras spero lucem

Luis Miranda el

 

Esta marcha de Alfonso Lozano, titulada “El Buen Fin”, y dedicada a la titular de la hermandad del Descendimiento, puede resumir muy bien un sentimiento de esperanza con determinados actores de la Semana Santa de Córdoba. Si la Virgen del Buen Fin celebra su besamanos el 18 de diciembre, también esta marcha, contundente y grave al principio, emprende un luminoso camino hacia la vida, que no traiciona el espíritu del Viernes Santo pero a la vez entronca con el carácter de cofradía de barrio.
La Semana Santa de Córdoba no vivía en tinieblas, y de hecho casi toda su infraestructura se la debe al trabajo abnegado de quienes no bordaron palios ni se lucieron con grandes misterios, pero sí dejaron un capital humano que con todos sus errores y sus innumerables aciertos. A ellos se le agradece mucho de lo de hoy, pero la Semana Santa había llegado al momento de tener que definirse, de tomar ciertas decisiones, éticas y estéticas, para construir el futuro.
En este mundo terrenal no hay nada eterno, nada que existiera “per se” por los siglos de los siglos, y todos, incluidos aquellos por los que no pareció pasar el tiempo, tuvieron un momento de revolución, un instante de estreno, aquel en el que se detuvieron a pensar y cambiar las cosas para hacerlas como ahora. No hay más que desdeñar los pregones de la caspa y leer los pocos buenos libros de historia para conocerlo.
En los últimos años, la Semana Santa de Córdoba vive el momento que marcará su futuro. De la inspiración o el trabajo de sus autores salieron el paso del Santo Sepulcro, el Cristo de la Universidad y los palios de la Paz, la Candelaria y Gracia y Amparo, entre otras muchas joyas de las que hoy estamos orgullosos. En los lápices y ordenadores que crean en el papel para llevarlo a la realidad, en los músicos que escriben las marchas clásicas de mañana, en las bandas que marcan estilo, en los orfebres que saben que recogen la herencia de genios de su tierra, en los capataces que paran el arte efímero en la tarde, en los tallistas que demuestran que no todo está inventando y en los bordadores que hacen una obra de arte diversa y variada en el terciopelo está la luz del día que soñamos. Hay esperanza.

Cuaresmario
Luis Miranda el

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