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Blogs La capilla de San Álvaro por Luis Miranda

Diálogo de teoría económica

Luis Miranda el

– Nada, que parece que no puede haber mucho tiempo sin hermandades en líos poco agradables. ¿Has visto lo del Socorro?
– He leído algunas cosas, lo poco que se ha dicho y siempre en ABC. Pero todo el mundo parece con pocas ganas de hablar, lo que en cofradías suele ser lo mismo que con muchas ganas involuntarias de propagar rumores.
– Se habla de deudas de cientos de miles de euros, y hasta se publicaron algunas. ¿Cómo se consintió aquello?
– Pues la verdad es que no tengo ni idea. Todo el mundo habla de la coincidencia de dos fuentes de gastos, si así se les puede llamar, en distintos momentos: la coronación canónica en 2003 y la necesidad de hacer obras en las cubiertas de la ermita unos años después. Se supone que la hermandad asumió unos gastos a los que no ha podido hacer frente y, a falta de datos que merezcan llamarse así, parece estar en algo parecido a la bancarrota.
– ¿Y nadie se daba cuenta de eso? Imagino que la hermandad rendía cuentas.
– Claro, todos los años, eso es obligatorio. Ahora, ya conoces el conocimiento financiero de la sociedad en general y su capacidad para analizar la economía. ¿O tú también te crees que los desahucios que hace muy pocos años parecían el principal problema del país eran sólo por la perfidia de los bancos y no por la falta de responsabilidad o de luces de muchos? Los cabildos generales de esta y de casi todas las cofradías sirven para aprobar las cuentas, aunque sean un desastre, si el hermano mayor me es simpático y para rechazarlas, aunque estén impecables, si estoy en la oposición. Me gustaría saber cuánta gente iba a los cabildos y qué entendía de los números.
– Es decir, que la hermandad ha asumido más de lo que podía pagar.
– Tiene pinta de que sí, pero no hay que echarle la culpa de todo, ojo. Lo cierto es que al problema de la ermita había que hacerle frente, y no era menor, ni superfluo, ni frívolo. No se han metido en esto por pagar un manto.
– Pero volviendo al dinero, ¿los hermanos aprueban las cuentas y ya está? ¿No tiene nada que decir el Obispado?
– Ya sabes que sí, que las cuentas hay que enviarlas al Obispado, que a su vez las aprueba o les pone reparos. Y claro, hay que suponer que allí las verían. Si advirtieron del riesgo de colapso, si vieron que eran inviables o si se pusieron nerviosos con los números rojos yo ya no lo sé, pero quiero también pensar que habría advertencias en distintos momentos. La hermandad publicó sus cuentas en 2012 en su página web, cuando ni siquiera salió la Virgen a la calle. Es decir, que por sorpresa no les pillaría.
– ¿Y tú qué crees? ¿Piensas que el Obispado tiene que estar encima o es más bien responsabilidad de las juntas de gobierno y de los hermanos?
– Cada vez que pasa algo así, y no sólo por cuestiones de dinero, se tiende a mirar a Palacio, y desde luego es su deber, pero yo no dejo de preguntarme por qué tíos hechos y derechos, que deben de tener su trabajo, pagar la hipoteca de su piso y rellenar la matrícula de sus hijos en el colegio concertado, se ven en estas situaciones. Cuando me entero de las cosas que han pasado en tantos y tantos sitios casi me cuestiono que en casa de algunos hermanos mayores no se haya contratado la potencia eléctrica propia de una fábrica o que haya pan todos los días, viendo el desbarajuste que hay en sus cofradías.
– Más razón que un santo, claro. Pero la conclusión que sale de ahí es que estaría bien inspeccionar un poquito más.
– No sé si inspeccionar o estar más encima o advertir seriamente a los hermanos mayores. Pero lo que es de temer es que haya más casos como el del Socorro haciéndose a fuego lento en las hermandades y que sólo sepamos de ellos en el momento en que se levante la tapa, el caldo empiece a llenarlo todo y el daño sea irreparable.

Liturgia de los días
Luis Miranda el

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