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Entornos propicios para el surgimiento del yihadismo

Entornos propicios para el surgimiento del yihadismo
Jorge Cachinero el

 

“Reputación y generación de valor en el siglo XXI” (LIBRO) por Jorge Cachinero en libros.com

Los primeros documentos producidos por la Unión Europea (UE) sobre las condiciones económicas y sociales más propicias para el surgimiento y la radicalización de yihadistas datan de 2005.

Desde entonces, Molenbeek-Saint-Jean o, sencillamente, Molenbeek, como se le conoce popularmente -un municipio de alta densidad de población, situado al oeste de Bruselas, la capital de la UE, a la otra orilla del canal Charleroi-, ha pasado a formar parte del imaginario colectivo europeo y mundial como refugio seguro para yihadistas radicales después de la protección y del escondite temporales que allí encontraron algunos de los fugitivos de los atentados terroristas cometidos en París y en Bélgica en 2015.

De hecho, Molenbeek se ha convertido en un entorno modelo dentro de grandes ciudades, que ha sido y está siendo utilizado como ejemplo de radicalización y de recluta de yihadistas en barrios de otras metrópolis de Europa Occidental.

En España, Ceuta y Melilla, sin la escala, ni la dimensión de urbes con poblaciones de millones de habitantes, ya reunían en los años 80 del pasado siglo las condiciones y los indicadores de peligrosidad que, ahora, se utilizan y se enumeran para hacer los mapas de riesgo en Europa, y en gran parte del mundo, de las zonas más proclives a la radicalización de este tipo de individuos. Sin embargo, la identificación de individuos peligrosos en esas dos ciudades españolas no se produjo hasta los años 2012 y 2013 con motivo de la rápida expansión de Daesh en Siria y en Irak.

En el caso del territorio español del norte de África, el claro factor diferencial para disparar ese riesgo tiene que ver, precisamente, con su cercanía a Marruecos, en general, y, específicamente, a determinadas ciudades marroquíes, como es el caso de Tetuán, de Tánger o de Nádor, en las que ha destacado la rapidez con la que se han adoctrinado y se han captado yihadistas radicales durante los últimos años.

Sin duda, la alta densidad de población y el contexto socioeconómico de Ceuta y de Melilla recuerdan, en cierta medida, a esos barrios de riesgo, como es el caso del Molenbeek belga, aunque el desencadenante del problema en estas dos ciudades españolas tiene mucho que ver con la conexión con aquellas poblaciones marroquíes, donde se crearon redes de recluta de Daesh para llevar individuos a Siria y a Irak, y con la disposición de población musulmana de segunda generación en dichas ciudades españolas para ser atraída por los reclamos yihadistas.

Sin duda, el “efecto llamada” que tuvo la creación del Estado Islámico (EI) en el territorio de Siria y de Irak funcionó en Ceuta y en Melilla, como también lo hizo en el Reino Unido o en los propios Estados Unidos (EE.UU.), donde la contaminación se produjo, fundamentalmente, en las escuelas secundarias de determinadas zonas del país.

En todos ellos, también, el papel de internet fue decisivo para expandir ese sentimiento que se desarrolló entre los jóvenes reclutados, en España, en el Reino Unido o en EE.UU., por ejemplo, de pertenencia virtual a una comunidad mayor que la conocida en su entorno más cercano y también amplió para los reclutadores los contornos del territorio de captación y, por tanto, de los individuos susceptibles de ser reclutados.

Además, en este proceso, las mujeres jóvenes jugaron un papel destacado. En España, a partir de 2012, se empezó a detener a jóvenes mujeres o, incluso, adolescentes, que, sin cargas familiares y con más bajos niveles de estudios que sus pares masculinos, han llegado a convertirse en el 10% -similar a los que ocurrió con ETA- del total de la comunidad de individuos radicalizados.

En el caso del yihadismo, la vinculación activa de las mujeres con el proceso de radicalización y de entrenamiento difiere del que tuvieron las mujeres en el siglo XX dentro de otros movimientos radicales terroristas.

Por ejemplo, en Argentina, las mujeres de las parejas de terroristas montoneros solían resentir a los hombres por dejarlas en casa, a cargo de las familias, cuando ellos se iban 2 semanas de “entrenamiento” a Cuba, reservado sólo para hombres.

El protagonismo de las mujeres en el yihadismo es de tal fanatismo que las fuerzas de seguridad alemanas tienen instruidos a sus efectivos para que, en caso de entrar en contacto con este tipo de individuos, próximos a cometer un atentado, disparen primero a las mujeres ya que ellas, por norma, no dudan en llevar adelante su acción, mientras que los hombres suelen vacilar sobre el cumplimiento de su misión, con más frecuencia que las mujeres, al avistar la presencia de las fuerzas de seguridad.

Contrariamente a lo que suele pensarse, el número de individuos auto radicalizados -los llamados “lobos solitarios”- son insignificantes entre la población yihadista, mientras que los conversos ya son el 10% de los detenidos en España.

Al final, en Europa, como se puso de manifiesto trágicamente el verano pasado en Cambrils, Cataluña, los llamados “agentes de radicalización” -ex combatientes, imanes, vecinos o amigos- son decisivos en estos procesos ya que la captación y la radicalización de individuos se produce cara a cara y en el entorno familiar.

Así, en el grupo de los terroristas de Cambrils, fallecidos, detenidos o en libertad provisional, había tres parejas de hermanos, otros tres hermanos y dos sobrinos y, por supuesto, el imán, que actuó como agente de radicalización de todos ellos.

 

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