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Las complejidades del combate contra el terrorismo yihadista

Las complejidades del combate contra el terrorismo yihadista
Jorge Cachinero el

“Reputación y generación de valor en el siglo XXI” (LIBRO) por Jorge Cachinero en libros.com

 

La estrategia adoptada por los sesenta y ocho países que forman parte de la Coalición Internacional contra Estado Islámico de Irak y el Levante –Combined Joint Task Force – Operation Inherent Resolve (CJTF–OIR), en inglés-, creada en septiembre de 2014 para luchar contra el llamado Estado Islámico (EI), y cuyo ámbito de actuación cubre los territorios de Irak, de Siria y, en parte, de Libia, tienen algunas lagunas.

 

En primer lugar, los esfuerzos de dicha coalición internacional no han podido prevenir los ataques terroristas que sí se han llevado a cabo fuera de la región para la cual la mencionada coalición fue creada.

 

Por otra parte, el proceso de radicalización inducidaautodidacta de los perpetradores de los atentados terroristas que se han sucedido en Europa durante los últimos meses, el de París de 2015, los de Londres o el de Manchester, todos de 2017, por poner cuatro ejemplos, entre muchos, se ha realizado a un ritmo mucho más rápido que al experimentado anteriormente por individuos similares.

 

Los ataques yihadistas realizados en Europa por nacionales conversos o musulmanes fanatizados, bien “dirigidos”, bien “inspirados” o bien fruto de la acción de “lobos solitarios”, muestran una deriva peligrosa de crecimiento del sector más radical dentro del islam, que algunos analistas llegan a situarlo como una fracción que podría haber alcanzado ya el 30% de la población musulmana en Europa.

 

Con todo, en el lado positivo de la balanza, llegan noticias desde el Levante de un incremento, al parecer, del número de individuos y de grupos que están abandonando ISIS –Islamic State of Iraq and Syria, en inglés- fruto de la decepción personal sobre el curso de los acontecimientos o sobre el comportamiento de los líderes sobre el terreno que no practican, ante los ojos de los que les abandonan, su peculiar versión del walk the talk.

 

Además, en la propia naturaleza de la organización, según los expertos, parece no existir la coordinación necesaria para convertirla a ésta en un movimiento organizado como sí lo fueron los grupos terroristas del último cuarto del siglo XX e, incluso, la propia Al-Qaeda, a comienzos del siglo XXI.

 

Según estos analistas, ISIS no cumple con los criterios elementales para ser ese tipo de organización bien coordinada.

 

Existen dudas razonables sobre la existencia de centros de mando y control efectivos sobre la organización.

 

Existen dudas sobre si opera un flujo eficiente de dinero, de instrucciones y de personas entre el centro de la organización y los grupos que se reclaman afiliados a la misma.

 

No existe, aunque pudiera pensarse, a primera vista, lo contrario, una narrativa común y única para todos los que se proclaman como parte de ese movimiento.

 

Dicho lo cual, es evidente que el atractivo de ISIS -al contrario de lo que ocurre con Al-Qaeda– para los grupos y para los individuos a los que busca movilizar reside en la materialización práctica del movimiento mediante la construcción tangible e inmediata de un estado, un Califato, en el que se pueden integrar no sólo los individuos reclutados, sino, también, sus familias y que puede ser financiado en la práctica con los retornos del control de la producción y de la distribución del petróleo del Levante.

 

Por último, existen en todo el mundo, en forma latente u operativa, infinidad de grupos que se reclaman como pertenecientes a ISIS, pero que, en realidad, no cuentan ni con la aceptación, ni con el respaldo de esta organización.

 

Todos estos factores han de ser tomados en cuenta con la salvedad sobre la realidad que se transparenta desde los territorios que ISIS ocupa en Siria e Iraq.

 

En ellos, la organización lleva tiempo haciendo un sobre esfuerzo de concentración de poder altamente burocrático y que se manifiesta en la obsesión por crear y por conservar documentos y expedientes o, por poner otro ejemplo, por realizar entrevistas a los nuevos reclutas, hasta ritualizarlas, como si ISIS fuera un reclutador empresarial privado.

 

Finalmente, los líderes de ISIS llegaron a convencerse de que la victoria electoral del presidente Trump les podría ser beneficiosa dado que, en la lógica propia de los yihadistas, el discurso anti islámico de éste ayudaría, más fácilmente, a radicalizar y a reclutar individuos en todo el mundo.

 

La realidad era, sin embargo -hasta ahora, por lo menos-, que, en este aspecto, como en otros, la estrategia del presidente Trump hacia el yihadismo -independientemente de la retórica utilizada- estaba siendo bastante similar a la del ex presidente Obama.

 

Queda por comprobar, por supuesto, hasta dónde llegarán las posibles consecuencias del discurso anti iraní pronunciado por el presidente Trump durante su visita a Arabia Saudí, a la vista de los acontecimientos en Teherán y en torno a Qatar de esta semana.

 

Lo que sí esperan, aparentemente, los líderes militares estadounidenses de esta nueva etapa es que el presidente Trump cambie la actitud de “micro manager” de su predecesor y delegue, en consecuencia, más las decisiones operacionales en ellos y abandone, por lo tanto, cualquier aspiración de ejercer un híper control sobre la dirección de la política antiterrorista desde la Casa Blanca.

 

 

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