ABC
| Registro
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizABC
Blogs El blog de Jorge Cachinero por Jorge Cachinero

La crisis de la Unión Europea

La crisis de la Unión Europea
Jorge Cachinero el

“Reputación y generación de valor en el siglo XXI” (LIBRO) por Jorge Cachinero en libros.com

 

El diagnóstico sobre el momento presente parece ser compartido.

 

Amplios sectores de la ciudadanía -justificada o injustificadamente- se sienten distanciados, alienados o engañados por sus líderes políticos.

 

Esta crisis de confianza es una herida profunda y llevará tiempo en cauterizar.

 

Es un malestar similar entre la población de ambos lados del Atlántico.

 

Este malestar está siendo utilizado y azuzado por los líderes populistas del momento que explotan los agravios, supuestos o no, de los olvidados de la globalización en los Estados Unidos de América (EE.UU.), de los sometidos al yugo de la Unión Europea (UE) en el Reino Unido, de los perdedores de la transición del comunismo a la democracia en Polonia, de los hastiados de lo políticamente correcto y del triunfo de lo identitario, de cualquier tipo o fundamento, en muchos rincones del mundo.

 

La UE está en crisis y está sometida a las tensiones de su reorientación futura.

 

La crisis de 2008 cambió la UE. La crisis de los EE.UU. con Rusia, a la que también ha sido arrastrado el Viejo Continente, dividió a la UE. La crisis de los migrantes está cuestionando algunos principios que se consideraban sacrosantos del proyecto europeo. Las crisis regionales de Libia o de Siria y la crisis de seguridad causada por el terrorismo islamista están atemorizando a la UE. La crisis provocada por el resultado del referéndum del Brexit, y su posible contagio a otras jurisdicciones del continente, amenaza con hacer estallar la arquitectura de la UE.

 

La reorientación de la UE es necesaria para hacer frente al sentimiento antieuropeo, según algunos, o al euroescepticismo claro, según otros, lindantes, ambos, con el pesimismo de los ciudadanos de la Unión.

 

Sería irresponsable hacer culpable de todo ello a la ciudadanía por descreída o por carecer de convicciones, cuando los líderes europeos han dado muestras repetidas de su falta de capacidad para intervenir, para actuar y para estar a la altura de las circunstancias.

 

Los planos de fractura dentro de la UE son varios.

 

Por un lado, “La Gran Recesión” fracturó a la Unión de norte a sur y convirtió a Alemania, ante los ojos de los europeos del sur, en el “poli malo” de la resolución de la misma por su intransigencia en la aplicación de la fórmula de la austeridad. Como afirmó Mario Monti, economista y ex presidente del consejo de ministros de Italia, “la economía en Alemania tiene categoría filosófica”.

 

El hecho de que fuera considerado políticamente incorrecto recordar que Alemania y sus inversores hubieran participado con gusto en el proceso de financiación de la burbuja inmobiliaria y de la deuda de los países del sur de Europa no ayudó a despejar dicha percepción.

 

Posteriormente, escándalos en la gestión de compañías tan de la gente alemana como Volkswagen han puesto de manifiesto el que no todo se hace, necesariamente, by the book en Alemania y hacen preguntarse a más de uno si es realmente cierto que el espíritu del capitalismo esté tan intrínsecamente ligado a la ética protestante.

 

Por otra parte, la crisis migratoria que vive Europa, agravada por el fracaso de la estrategia estadounidense de “regime change” en la orilla meridional del Mediterráneo y en el Levante, está enfrentando a los países de acogida de migrantes con los países a lo largo de su tránsito o con los países de destino final de éstos y está indisponiendo a todos contra todos en el reparto de la carga financiera y presupuestaria que las políticas para este rubro exigen.

 

Por último, la crisis de Occidente con Rusia, auspiciada por los EE.UU. -y en la que la UE entró sonámbula al delegar en los departamentos comerciales de la Comisión Europea la responsabilidad de cerrar la negociación de un Acuerdo de Asociación entre Ucrania y la UE sin, al parecer, tomar mucha conciencia de las consecuencias geoestratégicas que dicho acuerdo pudiera provocar en la frontera occidental de Rusia-, fracturó las posiciones dentro de la UE entre los países del oeste -Francia, España, Italia-, por un lado, y los del centro, del este y del Báltico, por otro.

 

Los retos son muchos e importantes. Sin embargo, como se oye, cada vez más, sin mucho pudor, a los protagonistas de las reuniones del Consejo de la UE, “nadie en el Consejo parece pensar en términos europeos; todos, en cambio, lo hacen en términos nacionales”.

 

El liderazgo de la Unión parece paralizado como un ciervo que, al cruzar, por la noche, una carretera, ve venir hacia él un coche y se queda parado, mirando, de forma fija, instintiva e irracionalmente suicida, los faros del coche que se le aproxima.

 

Para los líderes actuales de la UE, las expectativas electorales nacionales de sus propios países actúan como unos faros que les paralizan y les impiden tomar decisiones desde un punto de vista colectivo, es decir, europeo.

 

Otros temas

Tags

Jorge Cachinero el

Entradas más recientes