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Blogs La fiebre del oro(.com) por Jon Oleaga

El drama en las redes sociales continua

El drama en las redes sociales continua
Jon Oleaga el

Por si no fuera poco todo el ruido surgido la semana pasada en las redes sociales por el enfrentamiento entre la influencer Elle Darby y el hotel White Mouse Cafe, rifirrafe mediático del que ya hablamos aquí, con decenas de miles de comentarios y artículos provenientes de medio mundo, ahora The New York Times ha publicado un detallado análisis de los perfiles falsos que hay en la red, y cómo muchos de los “famosos” en las redes sociales utilizan multitud de estos followers con el fin de incrementar así su alcance de forma artificial. Reportaje que, traducido al español en la versión en del conocido diario neoyorquino en nuestro idioma, podéis encontrar aquí.

Como comentábamos la semana pasada, los perfiles en las redes sociales con muchos seguidores tienen un gran poder sobre las marcas. Hasta el punto de permitirles solicitar productos y servicios gratuitos a cambio de promoción entre sus seguidores. Incluso llegan a ganar grandes cantidades de dinero por apoyar campañas promocionales. No hay más que ver la publicación de Jorge Cremades en los Goya, todas las referencias de marcas patrocinadoras que tiene.

La empresa Devumi, el centro de la investigación del artículo del The New York Times, ostenta más de 3,5 millones de cuentas falsas que vende como seguidores, una y otra vez, ganando millones de dólares con ello. Los precios de cada cuenta son de algo menos de un céntimo, lo que significa que comprar 25.000 seguidores en Twitter tiene el ridículo coste de 225$. Entre su larga lista de clientes se encuentran celebridades como Michael Dell, el CEO de DELL, Lenín Moreno, presidente de Ecuador o el actor John Leguizamo, que han engordado sus ya prolíferas cuentas en redes sociales con miles de perfiles falsos a cambio de unos pocos dólares.

Al hacerse público, algunos de los implicados han declarado que pensaban que compraban perfiles reales o que creían que se trataba de una práctica común para lograr seguidores.

Pero, probablemente, lo más escabroso del caso, no eran las cuentas falsas que ya sabemos que abundan en las redes sociales, de hecho Twitter declaró que estima que son entorno a 48 millones las cuentas falsas en su plataforma y Facebook 60 millones, sino que estas cuentas falsas eran clones de gente real. Cuentas copiadas y clonadas, con los mismos nombres, fotos y publicaciones que las originales, pero manejadas por personas movidas por intereses personales, siguiendo y retweeteando otros perfiles de dudosa procedencia, incluso porno. Adolescentes cuyo alter ego social estaba en manos de una empresa sin escrúpulos, para vender sus datos de forma reiterada.

Las redes sociales son todo apariencia, postureo, me gustas y número de seguidores. De eso no cabe ni la menor duda. Pero siempre hay un mínimo de reglas que hay que respetar si queremos jugar a este juego.

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