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Los portavoces (miremos al País Vasco)

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Las personas de la foto son portavoces parlamentarios. Los encargados de explicar la situación actual en el congreso tras la investidura fallida. Es decir, personas dotadas para hablar una hora seguida sobre el tiempo sin aclarar si hace frío o calor.
Entre ellos incluso suele haber un rasgo común, algo como rasputinesco, de individuos invertebrados. Naturalezas marcadas físicamente por el partido. En el caso de PP y PSOE además coinciden en el apellido.
En sus rostros y en el gesto que dibujan sus manos -siempre configuran como una vasija invisible para el concepto verbal- parece haber un aliento de futuro: no todo está perdido.
Hernando (PSOE) dijo algo que invita al optimismo: “Apoyar al PP sería inconcebible”.
Es lo mismo dijo Girauta hace unos meses en una entrevista: “Ya te lo digo yo antes de que me lo preguntes tú. ¿Puede Rajoy encabezar la nueva etapa de la regeneración española? No; n-o, y en mayúsculas. ¡Pero vamos, inimaginable! ¡Es inimaginable!”.
Ni inconcebible ni inimaginable son términos absolutamente pesimistas. No significan, en ningún caso, que algo no pueda suceder. Es sólo que nuestro limitado entendimiento no alcanza a comprenderlo.
De la no investidura de Rajoy ha salido extrañamente reforzado Rajoy. Es un hombre que ha conseguido que dos diarios titulen igual, algo que solo sucedía a veces con los periódicos deportivos.
Mientras el PSOE es macerado, los cuellos comienzan a girar hacia el País Vasco.

En el debate de investidura pudo apreciarse la diferencia actual entre el PNV y los nacionalistas catalanes. Aitor Esteban se decía más antiguo que Viriato. Bien, no discutamos por eso. Sustituyamos incluso el término “nacionalismo” por “excentricidad genealógica”, para no ofender. Pero Esteban es un hombre aún inteligible, sensato.
Un acuerdo postelectoral entre el PP y el PNV podría ofrecer una solución en octubre. Hoy, Levy y Maroto se contradijeron al respecto. O sea, que ni siquiera es inconcebible.

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