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El Madrid y la literalidad

hughes el

Tras escuchar la rueda de prensa de Florentino Pérez se me ha quedado algo pendiente. Ha estado bien que no la tomara con la prensa, y fuera concreto y, digamos, razonable.
La línea de defensa del Madrid, absolutamente legítima, es analizable. Se corresponde con lo que dijo ayer Butragueño: el desconocimiento. Ataca la cuestión de la efectividad de la notificación personal, y se fundamenta en la literalidad del 41.2 del Código Disciplinario. Además, se apoya en reciente jurisprudencia deportiva que exige la notificación personal al deportista.
También insiste en el 112 y la amnistía de la tercera ronda.
¿En qué podría fallar? Quizás en el mismo 41.3, que olvida, y en la interpretación del 112, que parece referirse a lo sucedido en el transcurso de la misma temporada.

Pero este no es el asunto. El Madrid hace muy bien en recurrir y tampoco el fallo, la negligencia, es tan enorme. No hay que dramatizar.
Ahora bien. O mejor como diría Louis CK. “Yes, but maybe”…
Me queda una sensación rara viendo al Madrid acudir a la literalidad de la norma deportiva. El Madrid era la costumbre y los usos caballerosos del deporte, la tradición también de su papeleo. La meticulosidad de las oficinas y los campos de tierra. Es raro ver al Madrid forzando el entendimiento de la norma por encima de lo acostumbrado, es un papel más bien culé. El Barcelona es el club de los recursos, de forzar las cosas, del sostenella y no enmendalla, del saltar a la justicia ordinaria y llegar a Bruselas si es preciso.
El Madrid no. Recurrir es legítimo, pero también tiene algo de huida hacia adelante interpretativa. El Madrid nunca se acogió la literalidad. La costumbre, el recto sentido de la norma, lo interpretaba él.
Las notificaciones, al parecer, vienen siendo un fax al club, y eso basta, según el 41.3. ¿Quiere el Madrid la notificación personal?
Eso es legítimo, pero asumiendo para el derecho deportivo la estricta puridad de la práctica legal que exige, primero, la notificación personal antes de cualquier otro intento de publicidad, y, después, la acreditación de la notificación efectiva para que el acto surta efectos.

Habrá que notificar por correo las amarillas a los futbolistas. Y como sucede con los malos pagadores, podía haber centrales pendencieros, incluso clubes, que no se diesen nunca por notificados.

Este llevar la práctica deportiva a la estricta legalidad normal es muy culé (del último barcelonismo paralegal) y un poquito rara en todo un Chamartín.

Dicho esto, y faltaría más, es legítimo e inevitable el recurso. Aunque (lo dejo abierto como posibilidad) ya hubo quien acató la sanción sin más.

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