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Zapatos de rejilla

hughes el

 

Un maravilloso tuit de @soymanue recuerda los zapatos de rejilla. No me parecen una prenda tan lejana. Mi abuelo los llevaba, eran parte del verano. Es más, a mí me gustaban. En ellos soñaba yo, niño propenso al dandismo, la elegancia del adulto. Pero al verlos ahora me ha entrado una sensación muy extraña, opresiva. Son como una cárcel del pie. El burka del pinrel. A través de esa celosía, el dedo gordo, ese dedo libérrimo y ceporro, que es el gran monarca del verano, nos hablaría como una monja de clausura. Es un zapato ventilado muy artesanal.

Pero no, en la época de la chancla el zapato de rejilla es integrismo. Lo cierto es que la sandalia, o aún peor, la chancla, no son enteramente saludables. Por lo visto provocan fascitis, esa enfermedad de futbolista. La fascitis (¡facha, facha, más que facha!) plantar es un recordatorio de que el calzado de existía por algo. Estamos siempre así. Reinventando las cosas.

Vemos hoy la noticia del conato de somatén en La Barceloneta. Hay por allí mucho guiri de escaso nivel. Más bajo que Magaluf incluso (¡lo que harán por un Bacardi Cola!). Cómo serán que bajan desnudos a comprar la priva. En esta denuncia, sin embargo, a mí me cuesta ver al salvaje. Por muy ingleses que sean, su desnudez parece, comparada con el espectáculo del short ibérico, una simple cuestión de grado. Son como nosotros, sólo que van adelantados.

La Reina Letizia, por ejemplo, lleva sandalias ecológicas, que es algo espectacular. Llevas el pie fresquito y haces ecología. No se puede pedir más en el verano de la cangrejera con tacón. Observo esos zapatos de rejilla y me imagino los dedos de los pies recluidos allí como las de Orange is the New Black. Con sus uñas de gavilán, sus durezas, sus callosidades y, por qué no, también su incongruente sex-appeal, todo metido en un drama carcelario. Ahora esos zapatos sólo admiten un uso fetichista, puramente erótico. Gamuza no, mejor el mortificante cuero duro. ¡Qué placer imaginar, para el pie acostumbrado a la blandura o el aire, la fresca dureza de la rejilla!

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