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Cogito ergo zoom

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“Filosofía es lo que me pone”. Esta frase de Sádaba resume el entusiasmo filosófico del estreno de la 2ª temporada de Pienso, luego existo. Ya dijo Spinoza que el hombre piensa, que es mucho decir y este programa lo que hace es enseñarlo. Exhibe al intelectual en el ejercicio de sus funciones.

Porque la tele está tomada por el animal loquax: Revilla y su pizarra o Sardá (cada vez más señor Casamajor) con su pupitre. Gente que va a la tele con todo pensado y habla sin cesar. El mismo Revilla lo anunció en un tuit: “En el hotel antes de ir a la tele. Ahora mismo me bullen las ideas en la cabeza”.

Pero en la tele ni vemos pensar propiamente ni pensamos nosotros. La visión, el encuentro de algo nuestro con la luz, se suspende en el pensar, que no deja de ser el camino hacia otra luz interior. Por eso el que piensa bizquea un poco, porque mira hacia dentro. No se puede pensar viendo la tele.

Los filófosos o subfilósofos hablaban y luego pensaban. Savater (regocijo riente de un argumento) o Argullol, Carradine metafísico, en el recogimiento de sus bibliotecas. Mosterín miraba un brote. Amália Valcárcel se rodeaba de estatuas, oyendo la música callada de su armonía. Sádaba caminaba muy serio vestido con una trenka mod. Punset, con su pinta de átomo erizado, miraba al mar como esperando que apareciese Messi.

Ciertamente, el hombre piensa incluso a su pesar. Nuestro pensamiento es una rebelión orgánica contra nuestra firme determinación de no hacerlo. Lo dijo Savater: “Yo cambio de forma de pensar, pero no dejo de pensar”.

Destacó por hermoso lo dicho sobre el amor. Punset lo explicó como la peripecia de una bacteria impertinente, la espiroqueta: “espiroqueta, espiroqueta, por qué no te quedas quieta”. Punset es como el Tim Burton del mundo subatómico y entendimos el amor como una célula desesperada, siempre en tesitura de tragedia.

Amar se ha puesto muy difícil, dijo alguien y Rubert de Ventós se puso estupendo: “amo ut suis”. Amo que seas. Exterior a mí, para poder pensarte.

Sádaba, con cara de saber de qué hablaba, nos dejó una definición aún mejor: amor es que ella acepte tus manías.

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