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Blogs Madre no hay más que una por Gema Lendoiro

Piragüismo en las Hoces del Duratón. Perfecto plan con niños

Gema Lendoiro el

Servidora lleva cuatro meses tomándose en serio la operación bikini y ésta, sin duda, exige hacer ejercicio. Así que a base de caminar casi a diario, bien por el campo que tengo detrás de casa, bien por la cinta del gimnasio, empieza el cuerpo a querer moverse más. Así que una, que es muy animosa, le dice a su marido el viernes. ¡Podemos ir el domingo a las Hoces del Duratón! Mi marido, que es más de la Sierra del otro lado (esta es la llamada pobre y no sé por qué porque es preciosa) me miró con cara de decir ¿para? Pero enseguida le hablé de las bondades del paisaje e incluso le saqué eufórica la mochila de porteo para llevar a Mofletes Prietos si decidía, como siempre, no caminar. Y eso que ya tiene dos años y medio.

Por cierto, esto está en la provincia de Segovia y el río Duratón es un afluente del Duero.

Pregunté en mi muro de facebook opciones de senderismo y enseguida me hablaron de hacer piragüismo en el propio río. Y consulté en la página www.hocesduraton.com. Sobra decir que enseguida empecé  a animarme. Si uno empieza a mirar fotos de la zona ve cosas como estas:

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Es inevitable no sucumbir ante tanta belleza. Ahora que veo la foto, después de haber hecho el trayecto en piragüa, me doy cuenta de que todo eso que se ve lo navegamos. ¡Qué gozada!

Así que llamé al teléfono que aparece en su web, 921 522 150 y pregunté precios. Ya sabéis que me gusta contar los pros y los contras y en el apartado de contras está el precio. No es barato. Es verdad que no se hace todos los fines de semana. Quizás lo hagas una vez al año o una vez en tu vida y entonces pues no es caro. Peeeeero no es un precio muy de crisis. Aunque, luego al estar allí y verlo todo in situ, comprendí que necesitan cobrar eso porque lo hacen realmente bien y ¡son muchos monitores!

Hablé con Diego, el responsable y enseguida me tranquilizó diciendo que podríamos ir los cuatro en una misma piragüa: las niñas irían sentadas en el banquito del medio. Si hubiera tenido que ir yo sola con una de las niñas, es obvio que lo hubiera conseguido pero me daba más miedo. Ya saben ustedes (y si no se lo cuento) que una de mis mayores pesadillas es morir ahogada. Diego me tranquilizó por teléfono y no solo eso, también leer opiniones de usuarios.

Voy con los precios: 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

De lunes a viernes y domingos por las tardes, 30 euros los adultos, 18 los niños (independientemente de la edad)

Los sábados y los domingos por la mañana, 35 euros los adultos, 20 los niños.

Ahora que se acercan las vacaciones, mejor ir entre semana. Menos gente para hacerlo, menos tráfico para volver (especialmente si vives en Madrid) En fin, ya sabemos que los fines de semana siempre hay más posibilidad de aglomeración. Otro defecto que le encontré es la señalización. Teniendo en cuenta que, según te vas acercando al sitio, vas perdiendo cobertura, no hay GPS que te ayude. Hay que hacer como antes, te bajas en un pueblo, entras en un bar y el paisano te da unas indicaciones confusas. Consejo: salir con tiempo porque es natural que te pierdas. Al final lo encuentras pero está fatal señalizado. ¿Qué les costará, digo yo, poner carteles en cada intersección) Y hasta aquí los defectos que vi. Ahora vamos con las bondades.

Hay dos salidas al día, una a las 10.30 y la otra a las 16.00. Esto está abierto desde Semana Santa hasta septiembre. Lógico y normal teniendo en cuenta que sin luz no puedes navegar, eso es un parque natural y no hay absolutamente nada de luz artificial. Y dos, entre esas montañas hace frío, aunque el día que fuimos no bajamos de los 35. tengan en cuenta que es provincia de Segovia.

En cuanto llegas al lugar, vas a la mesa de recepción, te identificas y pagas. Te asignan un monitor. A nosotros nos tocó Borja, una chico muy joven encantador y todo el rato pendiente de todos. Mientras el resto de la gente va llegando tienes un buen desayuno para ponerte las botas. No para celíacos ni gente a dieta, eso es así. Pero para quién pueda comer de todo…un manjar. También tienen cafés, zumos, etc.

Sobre las once cogimos cada uno su coche y detrás del monitor bajamos unos 3 kilómetros por una carretera de tierra (cuenta con lavar el coche a la vuelta). Una vez llegamos a, digamos, un punto de encuentro, aparcamos y ahí es cuando ya empieza la aventura. Sigues a tu monitor y te dan los chalecos salvavidas. Hay para todos los tamaños como es lógico. Sobre la edad mínima, en teoría ellos recomiendan 3 años pero luego cada padre decide. Obviamente a un bebé no lo vas a llevar pero si tienes un hijo de 2 años y crees que lo va a aguantar, no hay problema.

Estas son Doña Tecla y Mofletes Prietos con sus chalecos antes de bajar

 

 

 

 

 

 

 

Siento cortarles las caras pero ya sabéis cómo está esto de los menores. Prefiero que sea así. Como veis los chalecos se le ajustan perfectamente a sus pequeñitos cuerpos. En el caso de Mofletes, la de la derecha, además va con una cinta entre la piernas y lleva almohadilla detrás de su cabeza. En el caso de caer al agua es que yo creo que ni se le mojaría el pelo.

Nos dieron a cada adulto una pala y una breve explicación de cómo moverla. Cuando estás in situ ya en el agua, ya te das cuenta de qué es lo que tienes que hacer. También un caja redonda totalmente impermeable al agua para que metas ahí el móvil, llaves de coche…dentro de eso no se te moja. Incluso si se cayera al agua.

Bajamos, por fin. Ya cuando empecé a bajar aquella pedazo de cuesta llena de arena (de río) pensé lo dura que sería después la subida pero me dije. Bueno, cuando lleguemos a ese puente, ya lo cruzaremos. Enseguida nos asignaron una piragüa de tres, es decir, tres, digamos, banquitos. Yo fui delante, las niñas en el medio y mi marido detrY comenzamos. He de confesar que los primeros veinte minutos me temblaban las piernas. ¿Para qué ir de fuerte si no es verdad? Bueno, de fuerte de cara mis hijas sí fui para no trasmitirles miedo. Miedo, por cierto, que ellas no tenían. Estaban más que emocionadas. Y empezamos a remar, a palear, como se diga. A movernos. Y esto es lo que yo veía. Yo privilegiada por ir delante, claro.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Una vez que vi que aquello no representaba ningún peligro, que era imposible que pasase nada, empecé a disfrutar. Y no puede pasar nada por lo siguiente.

-Son aguas absolutamente mansas. No hay corrientes. Nunca

-Vas con chaleco salvavidas por lo que si te caes al agua lo único que te pasa es que te mojas.

-Las piraguas no se vuelcan. Salvo que te subas de pie en ella y te pongas a hacer el indio. Entonces puede que sí.

-Los monitores están totalmente pendientes de su grupo y no te pierden de vista en ningún momento.

 

Aquí estamos los cuatro. Ojo, que yo también remé, pero para hacer la foto, lo dejé un rato. ¡Alguien tenía que dejar constancia del documento!

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Esta soy yo con la familia detrás. La verdad que las niñas se portaron estupendamente bien. Es decir, no se pelearon y movieron demasiado. Lo único Mofletes Prietos que no hubo manera de convencerla de que metiera la pierna dentro de la piragüa. Ella quería ir con ella metida en el agua. Ni con la velada amenaza de que podía venir un pez y morderle el pie. Le dio igual. Debió de pensar, pues que me muerda. Pasé a peligros más serios como un cocodrilo pero ella misma me dijo: “Mamá, aquí no hay colilos” La muy redicha.

Cada media hora, nuestro monitor Borja, nos paraba para contarnos alguna leyenda o cosas relativas al parque natural y los buitres leonados que ves todo el rato sobrevolando por tu cabeza (no atacan, tranquilos, son carroñero

 

 

 

 

 

 


 

 

 

Ese chico de la camiseta roja es Borja, nuestro monitor, en una parada explicándonos cosas interesantes del lugar. Especialmente leyendas medievales de la zona. El recorrido dura 3 horas, más o menos y en el medio se hace una parada para bajarte de la piragüa en una especie de playita donde puedes comer. El descanso es de unos veinte minutos. Y ya seguimos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Esta edificación que veis ahí son los restos de un monasterio del siglo XIII. Nos contó la leyenda que sobre él hay y muchas más. Hay que ir para escucharlas. Merecen la pena. Y ya por fin llegamos al fin y a la temida cuesta que, a 35 grados, bien empinada y con suelo de arena, cargada con mochila y pala y a pleno sol, pues cuesta. Así que calma, pasito a pasito y os voy a poner ahora una serie de consejos que nadie me dio y me hubieran hecho las cosas más cómodas.

-Por supuesto protección pantalla total. Especialmente niños. De lo contrario te quemas. Hablo de días de calor pero yo la usaría incluso en los nublados. No pierdes nada

Gorro. 

-Ropa: lo mejor es llevar pantalón-bañador. Chicos y chicas. Dentro de la piragüa te mojas. Es imposible puesto que cuando paleas la inercia del agua hace que vayan cayendo gotas. Gota a gota durante dos horas al final hacen un charquito dentro de la piragüa.

Zapatillas de agua. Las fanequeras de toda la vida o las sandalias de plástico para andar por la arena. Las chanclas no son buena idea.

IMPRESCINDIBLE LLEVAR AGUA. Mínimo una botella de 1 litro y medio. Y ofrecérsela a los niños y los adultos también beberla.

Puedes llevar una mochila dentro de la piragüa y si no es 100% impermeable, todo lo que metas dentro, se mojará. Consejo. Si no tienes una así, te llevas una bolsa de la basura de las grandes y la metes dentro. Es la única manera. Menos mal que llevaba los bocatas de las niñas envueltos en papel de plata y no se mojaron.

-El chaleco da calor, así que lo mejor es que lleves una camiseta de tirantes por debajo.

Creo que no me dejo ningún consejo. Bueno, sí, procurar admirar la increíble belleza del río, de las montañas. En cualquier momento parece que en la cima van a salir unos indios en sus caballos. Es España, es Segovia, pero no tiene nada que envidiar a Canadá, por poner un ejemplo. Disfrutar paleando, el silencio que se escucha es una maravilla. Es un parque natural protegido y se nota. Por cierto, lleva bolsita de basura. Ni qué decir tiene que al río no se tira nada. Mucho menos cosas que no sean biodegradables, un trocito de pan sí puedes tirarlo porque se lo comerán los peces pero no restos de plástico. Parece obvio, ¿verdad? pues vi dos trozos de plástico que, por cierto, los cogí. ¡Parece mentira que haya gente que haga eso! Si fumas, lo mismo, la colilla para dentro del barco y al llegar a tierra la tiras.

Una vez que se acaba el recorrido, dejas la piragüa colocada donde te indican y te subes la dichosa cuesta. Ufffff. Y al llegar a donde están los coches tienes bebida refrescante y ¡cerveza! cortesía de la empresa. Devuelves chaleco, pala, bidón estanco para meter las cosas y te tomas algo fresquito mientras comentas la jugada. Hay opción de contratar con esta excursión comida en un restaurante. Nosotros no lo hicimos y nos fuimos a comer a Riaza por nuestra cuenta. Aunque, dadas las horas, ya las 15.30, no comimos, nos tomamos una tapita y un refresco. Por eso recomiendo llevar bocatas. Se agradecen. ¡Y fruta!

¡Y a disfrutar! Espero que os haya gustado. Las niñas disfrutaron como enanas. Y nosotros, también.

 

 

 

niñosplanes con niños

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