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Blogs Madre no hay más que una por Gema Lendoiro

Un día en Faunia

Gema Lendoiro el

Los padres de hoy en día somos unos completos esclavos de qué hacer con el tiempo libre de los niños y confieso que, aunque a veces, deliberadamente digo, pues que se aburran porque eso también hace crecer a la mente, luego me entran remordimientos de conciencia y confieso que, entre semana, navego por internet buscando planes.

La semana pasada se me ocurrió que ya con las edades que tienen, casi cuatro Doña Tecla y casi dos Mofletes Prietos y teniendo en cuenta lo que les fascinan los animales, una buena idea sería ir a Faunia. Así que, ni corta ni perezosa organicé excursión en plan familia feliz. Que a veces hasta lo somos.

Y allí que nos fuimos. Lo primero que nos pasó es que nos perdimos. Obviamente la culpa fue mía porque el buen marido se fió del criterio de una mala esposa que, por no saber, no sabe ni interpretar mapas. Pero en mi estado zen actual tampoco me estresé demasiado y seguí leyendo el suplemento de Mujer Hoy que el sábado estaba francamente interesante. Después de darnos las pertinentes vueltas por la M 40 y su señora madre aterrizamos (porque eso fue un aterrizaje forzoso) en un parking que estaba tan lejos de la entrada como Sevilla de Málaga. Pero no importa, mientras las niñas sigan gritando. “¡Bieeeeeeeeeeen vamos a ver elefantes y leones!” todo va bien.

Craso error. Inocentes las niñas y yo. En Faunia no hay ni elefantes ni leones. Ni jirafas. Ni rinocerontes. Faunia no es el Zoo, cojones. Y se agradece porque, qué quieren que les diga pero a mí como que ver a los animales tumbados y sin ganas, deprimidos y tristes no me gusta. Y en Faunia están en libertad. Sí, como lo oyen. Al menos no se les ve infelices. Quizás por ello no hay tantas especies de animales como en el Zoo, porque uno no puede ni debe dejar a un león en libertad.

Pueden ustedes ver todo tipo de aves, todo tipo de pececillos en el acuario y, sin duda, lo más gracioso, ver a los pingüinos jugar por encima y por debajo del agua y en el entorno de clima polar que les corresponde. Lo mismo que les sucede a todos los animales de los lugares tropicales. Eso sí, si eres como yo, de melena larga y así como calurosa, más te vale llevar cuatro gomas de pelo, abanico, camisa de manga corta y botella de agua helada en la mano. Si tienen que, además, cargar en brazos 16 kilos de la señorita que se niega a caminar, no les arriendo la ganancia. Respiren profundamente y visualicen la zona polar a menos seis grados. Enseguida llega en el recorrido. No os desaniméis.

Otra cosa a tener en cuenta. Si eres del tipo de familia predominante que no llega a fin de mes, mejor llévate puesta la comida y la bebida. Más que nada porque con la entrada, lo que te cobran del parking y lo que te cobran por comer o beber “algo” haces la compra de una semana. Eso sí, tienen un montón de merenderos disponibles para tal fin cosa que se agradece enormemente.

 

 

 

 

 

 

 

Conclusión. ¿Merece la pena llevar a los niños a Faunia? Rotudamente sí. ¿Por qué?

-Porque va a ver animales en vivo y en directo que, o los ven aquí o puede que no los vean jamás en su vida. Salvo que sea usted un potente rico que haga viajes por todo el planeta.

-Porque enseñar a los niños el contacto con los animales siempre es bueno. Cuánto más quiera un ser humano a un animal y más lo respete, más probabilidades de que sea buena persona, habrá.

-Porque es una actividad familiar de esas que se quedan grabadas para siempre en la mente infantil.

Eso sí, mis recomendaciones son las siguientes.

-No vayas cuando haga demasiado calor

-Si te puedes permitir el lujo de ir entre semana, mucho mejor.

-Si no te sobra el dinero, llévate la comida y la bebida puesta

-Vete con ropa y calzado cómodos. El recorrido se tarda en hacer fácilmente cuatro horas.

-Vete con ganas de aprovechar el día sin más ganas que disfrutar.

-Pon la mente en modo niño. Mucho más divertido.

Y, sobre todo, vete un día en el que hayas descansado profundamente. Si rondas los cuarenta y no cumples esta premisa te acordarás de mí. Fijo.

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