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Blogs Madre no hay más que una por Gema Lendoiro

Pareja, ¿qué tal una escapada de 48 horas sin niños?

Gema Lendoiro el

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Los adultos, independientemente de si han procreado o no en su vida, tienen derecho a una etapa de asueto/relax/silencio en sus vidas. Más si están en vacaciones. Yo sé, me consta, que si declaras en alto que quieres pasar dos días, 48 horas, de los 365 días que el año tiene con sus 8760 horas, sin niños, probablemente serás tachada de madre inconsciente, que no tienes apego a tus hijos, bla, bla, bla. Sí, vale,opiniones hay en todas partes y la crianza no iba a ser menos. Yo proclamo, ALTO Y CLARO, que las parejas necesitan un paréntesis en sus vidas, al menos una vez al año, para estar a solas, para volver a ser novios, para poder cenar con vino a sabiendas de que no tendrán que ir a urgencias a las 4 de la mañana sino que podrán dar rienda suelta al amor sin prisa y sin pausa. Sobre todo cuando ya han dejado de lactar. Muchas parejas no lo hacen por dinero (la mayoría) y eso es una faena aunque hay grados de gasto como en todo. En invierno hay ofertas de casas rurales a precios buenísimos. Otras no lo hacen porque temen que los critiquen, especialmente a ellas (nosotras) que solemos ser siempre las mayor juzgadas, especialmente por las vigilantes de la maternidad, las guardianas de la fe maternal.

Pero oiga, hasta la Iglesia Católica, tan conservadora ella, lo dice: hay que cuidar el matrimonio. Así que servidora les va a hablar aquí de un plan estupendo de escapada de pareja. Un lugar que yo misma disfruté con mi cuerpo serrano no ha mucho tiempo en una isla que no conocía pero que me ha enamorado: Menorca.

El destino: Artiem. Es gracioso hasta el nombre. La sociedad mercantil hace años tenía unas siglas que eran las siguiente RTM que, si usted sabe inglés, sabrá que se pronuncia así; ar-ti-em. Así que ese nombre les quedó. ARTIEM

Son tres hoteles, Capri, Audax y Carlos III, así que podrás escoger. Gestionados por una familia, bueno, por un matrimonio (Gabriela Aliaga y Pepe G. Díaz-Montañés) de estos de los que te enamoras nada más verlos. ¿Y qué tienen estos hoteles para que sean una maravilla? Ahh, pues ahora mismito te lo cuento:

-Bienestar

-Salud

-Ecología (esto se lo toman muuuuuy en serio)

En estos hoteles no permiten la entrada a los menores de edad. Ya. Hay gente que pone el grito en el cielo por esto. Pero la gente tiene derecho a descansar y si uno va a relajarse, con niños gritando en la piscina (porque eso es lo que hacen los niños y, además, es lo sano y natural) no puede. De la misma manera que si uno decide irse de vacaciones con sus hijos y toleraría entre mal y fatal especímenes tipo guiris que montan fiestas, hay gente que prefiere descansar cuando se trata de disfrutar los únicos 5 días del año que realmente puede. Existe gente que no tienen niños o que ya los tiene crecidos y, por lo tanto, no podemos imponer la presencia de otros. En eso he sido siempre muy respetuosa. Jamás he impuesto la presencia de mis hijas a nadie. Aunque, he de decirlo, a mí nunca me ha importando compartir una tarde con los hijos de otras, incluso unas vacaciones. Pero cada uno es como es y eso hay que respetarlo.

 

Volviendo al hotel. A mí me gustaron muchísimo estas cosas.

Gastronomía: es todo natural. Productos ecológicos cultivados por ellos mismos. Vaya, que el tomate sabe a tomate y los puerros a puerros. La cocina puede catalogarse como alta cocina.

El trato. De un hotel se espera que te traten bien, eso es obvio. Pero la exquisitez en grado sumarísimo sólo la he visto en hoteles como el Ritz o similares…y en éste. Se puede decir que la selección del personal es impecable: gente muy joven, con muchos idiomas y preparados.

Las actividades que te ofrecen. Nosotros disfrutamos de un día en barco. Ellos te lo organizan todo. Tú vas a la zodiac, a pie de hotel, te montas, te llevan al barco y lo único que debes hacer por ti misma es echarte la crema solar. Todo lo demás, vienen dado: aperitivo (por Dios, la famosa Pomada Menorquina, una bebida riquísima), luego la comida, visitar unas cuevas, calas, hacer snorkel, lo que quieras. Y, desde luego, surcar los mares cuál diosa. No sé, es que a mí me parece el culmen de la felicidad estar en un barco.

Empleados felices. Estas cosas se notan. He estado muchas veces en hoteles y he pillado a los empleados (que creen que no los oyes) murmurar, quejarse (muy probablemente con razón) de su salario, horario…Aquí lo que percibes es un empleado feliz, satisfecho. Obviamente no les pregunté cuánto cobran pero no me pareció ver ningún atisbo de amargura en sus caras. Se les ve felices. Eso dice mucho, obviamente, de quien los contrata.

El precio. Para ser Menorca y para todo lo que ofrecen me parecieron unos precios muy ajustados a la realidad actual. Obviamente si vas en septiembre la oferta será mucho mejor. De hecho yo creo que si puedes escoger (por tema colegios o por trabajo) lo ideal es viajar en esa época, mucho más barato, mucho más tranquilo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

No puedo dejar de hablar aquí de la isla. Cuando se toma la ecología en serio, las cosas salen como tienen que salir. Ir en barco y ver sólo naturaleza a tu alrededor, sin edificios estrambóticos que te rompen el encanto. Los ecologistas ahí tienen una buena mano y se nota. Las playas igual, llenas de naturaleza en estado puro donde a nadie se le ocurre tirar ni un trozo de papel. Aguas claras, qué digo claras, cristalinas, parece que estás en el Caribe. ¡Qué preciosidad de isla! En fin, que no me extraña que tenga tanto turismo porque es un auténtico paraíso en la tierra.

Hacía tiempo que tenía ganas de escribir este post porque, francamente, fueron unos días maravillosos. Nos trataron como nunca y, sinceramente, es un planazo para hacer con tu pareja, al menos una vez al año. Es sano, te desconecta, te renueva por dentro. ¡Es mágico!

 

Gracias a todo el equipo de Artiem. ¡Volveremos!

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