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Blogs Madre no hay más que una por Gema Lendoiro

El sentido común ha muerto. DEP

Gema Lendoiro el

¿Qué pasó con el término medio? ¿Qué fue de él? ¿Alguien sabe a dónde se marchó? ¿En qué lugar habita? Lo perdí de vista. Me consta que no soy la única. Me consta que somos muchas las que andamos desnortadas porque no lo hallamos. Estamos perdidas. Nadie nos ayuda, nadie nos echa una mano. Vamos contracorriente dependiendo de dónde expresemos nuestras opiniones.

Vale, me voy a expresar con más claridad que parece que hablo en clave. Me refiero a la sempiterna crianza. Juro que hasta manía le estoy cogiendo al palabro. Me encuentro en tierra de nadie o quizás en tierra de una mayoría que se mantiene en silencio. Pero claro, se sabe que de lo que no se habla, no existe. O eso parece. Pero no. ¿Dónde se quedaron las cosas que no son ni blancas ni negras? Ni llevar al niño pegado todo el día hasta la primera comunión en una mochila (en plan soy megasacrificada aunque mi columna se deslome) ni dejar clarinete a semanas de parir que con el segundo no cometerás la tontería de tenerlo todo el rato en brazos que luego se maleduca. Ambas cosas me encienden una luz de alerta en frases en mi cerebro que dicen: ¿ein?, ¿qué dice?

Por eso me pregunto dónde está el término medio. Ese sentido común que dice que las cosas nunca son ni de un extremo ni de otro. Que la vida está llena de matices y lo que para un niño sirve, para otro, no. Que la maternidad es ensayo/error. Que lo que vale para un hijo, con otro no funciona. Quién tiene más de uno sabe de lo que hablo. A mí con Doña Tecla no me sirve el porque yo lo mando. Con Mofletes Prietos, sí. Con una tengo que negociar, a la otra le basta una mirada de su madre para retirar la mano del enchufe. Me recuerdo en mi infancia. Con mi hermano no servía la disciplina. Conmigo, sí. Si nos todos somos iguales, no todos podremos ser educados exactamente igual.

Me resisto a creer, insisto, que se ha esfumado el sentido común. O quizás nunca fue sentido común el término medio. Que nunca se sabe. Confieso que cada día me dan más pereza las discusiones en los muros de facebook (antes eran los foros) sobre estos temas. Confieso que las redes se han convertido en verdaderos hipódromos donde los caballos han sido sustituidos por carreras de madres perfectas en busca del aplauso colectivo. Ayer, sin ir más lejos, no recuerdo dónde ni por qué. Pero sí recuerdo que la pregunta que alguien hacía no tenía nada que ver con la respuesta de otra que enseguida cascó el consabido: “…y le enchufo la teta y tan felices los dos. Así llevamos doscientos millones de meses (olvidaron for ever and ever la palabra años)” Y lo lees y te quedas con cara de: ¿Ehhh? ¡Pero si estábamos hablando de Gary Cooper! Y piensas. Pos fale, no viene a cuento pero si te hace feliz…

Luego te vas al otro extremo y te encuentras con opiniones totalmente diferentes y dónde tampoco te sientes cómoda y entonces es cuando vuelves a mirar al cielo y gritas: ¡Sentido común, dime! ¿Por qué me has abandonado?

Ni pegar para decir las cosas ni la ausencia de normas. Ni obligar a comer hasta que vomiten ni dejar que se alimenten de yogures a cualquier hora. Ni gritarles ni dejar que hagan lo que les dé la gana. Ni insultarles a todas horas ni decirles siempre que son maravillosos sin indicación de sus fallos para su posterior corrección. Ni negarles todo por sistema ni enseñarles por asomo una mínima intolerancia a la frustración. Ni pretender la casa como la Preysler anunciando bombones ni tenerla como Diógenes. Ni ser Rotenmaier que te tengan pavor ni ser su colega. Ni tenerlos atemorizados ni que sean ellos los que tiranizan.

Termino medio, término medio…

Se nos fue. Lo perdimos. DEP

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