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Blogs Madre no hay más que una por Gema Lendoiro

¡Se acabó el yo-yo-yo!

Gema Lendoiro el

Si pensaban ustedes que les iba a confesar una pérdida de egocentrismo no van por ahí los tiros. Que me haría falta como a todos, pero eso lo dejamos para otro día. El yoyoyo es la palabra escogida por Doña Tecla (3 años y medio) para denominar al artilugio de plástico que usan los niños para beber leche: es decir, el biberón.

De las cosas que peor he hecho como madre (o mejor, según quién me lea) es ser bastante pasota con respecto a la comida. Tengo la impresión de que los niños comen según las necesidades de su estómago y la manía que tienen las abuelas, especialmente si son gallegas, de cebar a los niños es algo que me pone nerviosita. El caso es que Doña Tecla, que desde que dejó el pecho, come entre poco y nada, bebía muuuuuucha leche. Y digo bebía porque ha dejado de hacerlo.

El sábado por la noche, como todas las noches, by the way, pidió yoyoyo. Sólo que esta vez lo hizo ¡siete veces! Unos 200 ml en cada toma de leche entera…me van ustedes calculando. Cada vez que lo pedía servidora se despertaba (y eso que estábamos en la misma cama). Al día siguiente teníamos que viajar de vuelta a Madrid 600 kilómetros y la que conducía era yo. Por lo tanto terminé bastante cabreada con el asunto.

Así que al llegar a nuestro apacible hogar eché buena cuenta de mis dotes de actriz y con la lágrima a punto y el biberón embadurnado en café le dije:

-¡Oh noooooooo! ¡El pájaro que se hizo caca en tu chupete ha vuelto y esta vez se ha hecho caca en tu yoyoyo!

Mi Doña Tecla, que es ella muy suya y muy escrupulosa, puso cara de arcada y me dijo:

-¡Qué asco!

-¿Te lo lavo? -pregunté solícita.

-Nooo, no, no, no.

Y así señores y señoras termina el cuento de la niña puñetera que se tomaba la central lechera asturiana cada noche. Llevamos dos noches seguidas de placer infinito. Bueno, vale, a las cuatro de la mañana pidió pizza. Obviamente no se la di. Entonces pidió agua. Tomó un vaso y se durmió.

No saben ustedes lo que me voy a ahorrar el leche y pañales (se imaginan lo que se hace pipi de noche con tanta leche, ¿verdad?

Por cierto, la niña ya come durante el día. Para alegría y alborozo de su abuela materna que, por fin, tiene una vida plena.

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