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Blogs Salsa de chiles por Carlos Maribona

Sorrento, limoncello y cocina italiana

Carlos Maribona el



Escapada durante el puente a Sorrento. El pretexto, la entrega a Martín Berasategui del premio Villa Massa al mejor chef extranjero. Villa Massa es un elaborador del tradicional limoncello, un licor tradicional de Italia y especialmente de Sorrento, donde hay unos limones excelentes por su piel llena de aceites esenciales. No soy muy partidario de este licor, pero la verdad es que el de esta casa no tiene nada que ver con los que habitualmente podemos tomar.


Hemos ido un pequeño grupo de periodistas especializados y hemos estado alojados en el impresionante hotel EXCELSIOR VITTORIA (cuyos restaurantes aparecen en las fotos del post), una joya del XIX que conserva todo su lujo y su encanto decadente colgado sobre el mar. Pero vamos a lo gastronómico. Decepcionante por lo general. Mala cena el miércoles en la pizzería AURORA (Piazza Tasso), que nos aseguraron era la mejor de la ciudad. Pizzas de masa gruesa, reblandecidas y difíciles de partir. Tienen 44 variedades con precios entre 5 y 10 euros. El jueves comimos en otra pizzería, la del restaurante CARUSO, que se llama LA BASÍLICA (vía San Antonio, 28). Todo muy flojito menos la pizza, crujiente y sabrosa. La mejor que hemos tomado en este viaje.


Por la noche nos escapamos a cenar (Capel, Julia Pérez y yo) a IL BUCO (Rampa Marina Piccola, 5), el único estrella que hay en Sorrento y el mejor calificado en las guías locales (16 sobre 20 en la de L’Expresso, 83 sobre 100 en la Gambero Rosso). Muy buen aperitivo, un sfogliatelle relleno de salchicha y acelgas; buenos calamarcitos sobre verduras y patata (aunque alguno con arena); plato de pescados crudos con poco interés: dorada, merluza con fresas (como lo leen, un espanto), gamba (magnífica), tartar de atún rojo y almeja sobre sorbete de mandarina; y luego tres pastas, paccheri (gruesa y corta, típica de la zona) con berenjenas y atún (todo reseco); la misma, frita y rellena de queso (agradable pero muy pesada), y la mía, tagliolini con gambas y abundante trufa blanca rallada por encima (la mejor con diferencia). De postre un buen suflé (muy clásico) y un babá de naranja (muy bueno). Con un riesling del Alto Adige, cafés y propina, 80 euros por cabeza. Demasiado. Eso sí, excelente servicio de sala.


La experiencia de un restaurante turístico de Pompeya llamado IL PRÍNCIPE, con un supuesto ‘antiguo menú romano’, mejor ni se la cuento. Terrible. Lo mejor del viaje, la cena en el hotel Excelsior Vittoria, una especie de duelo entre cocineros de la Campania (los locales) y de la Emilia Romagna. Empezamos con una sopa de calabaza con calamarcitos y alcachofas hecha por el chef del propio hotel, Vincenzo Galano, que fue con mucho lo mejor de la noche. Frente a él, Igles Corelli, de LA LOCANDA DELLA TAMERICE, de Ferrara, hizo una flojita ensalada de escorsonera (una raíz) con anguila.


Luego, Marcello Leoni, de IL SOLE, de Bolonia (una estrella Michelin) nos sirvió un excelente risotto con berza y aceitunas que casi destroza (iba al lado) con una salsa dulce de castaña y vainilla. El local Pino Lavarra, de ROSSELLINIS, en Ravello (dos estrellas Michelin) preparó un discreto gnocco relleno de pescado (parecido al rape) con cremoso de judías blancas.


Siguió Vincenzo Cammerucci, de LIDO LIDO, en Cesenatico, junto al Adriático (una estrella) sirvió una sopa de marisco (galeras) con alcachofas que fue uno de los mejores platos de la noche, mientras que Alfonso Caputo, de TAVERNA DEL CAPITANO, de Marina del Cantone (uno de los grandes restaurantes de la Campania, dos estrellas) nos hizo una flojita bracioletta de pescado con castañas.


Espléndidos postres. Gino Fabbri, repostero de Bolonia, hizo una mousse de chocolate con salsa de albaricoque. Lo superó Salvatore De Riso, de Tramonti, con una tarta de ricotta y peras en salsa de vino dulce. Al final, para nosotros, empate a dos entre las dos regiones. De vinos, flojitos los blancos de la Campania, y mejor los tintos del norte, especialmente un Barbarossa Il Dosso 2003, Bertinoro, de Fattoria Paradiso.


Como me he alargado mucho, el tema de las pizzas y las pizzerías napolitanas (bastante decepcionantes) lo dejamos para otra ocasión. La conclusión, en cualquier caso, es que hoy por hoy la cocina española de alto nivel (no la popular) está muy por encima técnicamente de la italiana, digan lo que digan las guías (Michelin por ejemplo). Nos faltó, de todas formas, una visita que teníamos prevista a DON ALFONSO 1890, el restaurante de Alfonso Iaccarino, pero este estuvo en el congreso (allí hablamos con él, abre en breve un restaurante en Macao) y tenía cerrada su casa.

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