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Blogs Salsa de chiles por Carlos Maribona

Pinceladas asturianas

Carlos Maribona el

Un verano en Asturias en el que el tiempo no ha acompañado demasiado me ha permitido visitar en las últimas semanas diferentes restaurantes asturianos. No es esta una lista exhaustiva. En primer lugar porque se limita al centro y al noroccidente del Principado. En segundo lugar porque hay muchos buenos restaurantes que ya conozco y que en los que no he estado estos días. Se trata simplemente de ofrecer unas pinceladas útiles, a modo de guía, para quienes vayan a recorrer esa zona estos días o más adelante. No se trata de una selección de favoritos. Son sólo aquellos lugares en los que por una u otra circunstancia he tenido oportunidad de comer. Establecimientos de todo tipo, desde estrellas Michelin hasta modestas sidrerías, unidos siempre por la calidad del producto asturiano y por una filosofía muy especial de entender la cocina y el mismo hecho de comer.

CASA VICENTE. Castropol. Un clásico junto a la ría del Eo. Siempre buen producto del mar y algunas entradas bien conseguidas como las originales trufas de chipirón, unas croquetas hechas con calamar en su tinta. Hay que dejarse llevar por las recomendaciones del día en las que pueden aparecer pescados poco habituales como la solla. Eviten la absurda ensalada de pixín. No está mal su carta de vinos, especialmente en blancos gallegos.

EL ÁLAMO. Rapalcuarto. Un sitio muy fiable a un paso de Tapia de Casariego. No hay que perderse las jornadas que le dedican al bogavante en el mes de julio, con diversos platos en los que el crustáceo es protagonista a precios casi de risa. Sobre todo en un espectacular guiso con patatas. Hay más cosas, todas tradicionales y sencillas, desde croquetas de marisco hasta pulpo con verduras. Y por supuesto, buen pescado.

SIDRERÍA LA VILLA. Navia. A un paso del Ayuntamiento de Navia (Campoamor, 4), desde su apertura se ha convertido en una referencia en esta localidad del occidente astur. El establecimiento es muy grande, con amplia barra donde tomarse una sidra. Buen producto, raciones abundantísimas y precios muy comedidos. De su amplia carta no hay que perderse los mejillones a la gallega, las almejas fritas, el bonito en escabeche, las croquetas caseras o la ensaladilla. Y de postre, el requesón de Abredo.

LA BARCAROLA. Navia. Un restaurante con más aspiraciones que la media, también muy cerca del Ayuntamiento (Las Armas, 15). Comedor bonito y agradable, buena carta de vinos y una cocina tan casera como rica que se basa en un producto de mucha calidad, especialmente los pescados. Hay que pedir los que recomienden del día, desde la lubina o el besugo hasta el virrey o el bonito, que salen en su punto a la mesa en la preparación elegida: plancha, horno, espalda… Antes, unos berberechos, zamburiñas, calamar a la plancha, salpicón a la asturiana o incluso un arroz de pulpo y oricios que hacen francamente bueno.

LA MARINA. Puerto de Vega. Aunque la oferta de restaurantes en este coqueto puerto pesquero asturiano se ha incrementado notablemente en los últimos tiempos por el mayor número de visitantes, esta casa situada en el muelle sigue siendo la más recomendable. Comedor con mesas rústicas de madera, manteles de papel, cierto bullicio… Pero estupendos calamares del mismo Puerto de Vega, bien fritos, bien en su tinta; y diversos pescados del día servidos en raciones generosas y preparados con la máxima sencillez. Nada de complicaciones y precios muy asumibles. Carta de vinos manifiestamente mejorable.

CASA CONSUELO. Otur. La referencia del Occidente asturiano. Ya le dediqué un post hace algún tiempo. En sus abarrotados comedores se sirven guisos de cuchara de los de antes y los mejores pescados de Puerto de Vega. No hay que perderse tampoco la bodega, un auténtico espectáculo, con más de 20.000 botellas almacenadas, con añadas de incluso 1925, o una vertical de Vega Sicilia. Cocina tradicional, bien hecha, en la que se emplean las mejores materias primas. Su pote de berzas, la fabada, las verdinas con marisco… servidos en raciones abundantes, con la sopera en la mesa para repetir y repetir. O el rollo de bonito , para mí el mejor de Asturias. O el guiso de pollo de corral. O ese imprescindible pulpo guisado con verduritas. Lo más difícil de esta casa es elegir entre tantas tentaciones.

LA CUEVA. Oviñana. Entrando en Oviñana camino del faro de Vidio (en la foto), uno de los más espectaculares de Asturias, se encuentra este casa de comidas que ha ido a más respaldada por una asidua clientela que busca su cocina marinera. Presumen de su arroz con bogavante, que hay que encargar con antelación, pero la verdad es que su aspecto (lo vimos en la mesa de al lado) tampoco era especialmente atractivo. Aún así, habrá que probarlo. Muy ricos los calamares de Cudillero fritos, y buena calidad la de unas almejas hechas a la marinera, aunque con una salsa un tanto harinosa. Nos gustaron el rollo de bonito y los fritos de pixín. Por el contrario, decepcionante un pulpo guisado con verduras. Postres caseros y contundentes como la tarta de queso. Pocas opciones de vinos.

EL PATIO DE BALBONA. Pravia. En el hotel La Casona del Busto, en el centro de Pravia, David Menéndez ha instalado su restaurante. El sitio es francamente bonito, en el patio interior del palacete. La de David es una cocina más elaborada, con mucha técnica, aunque la sustenta en un producto de gran calidad. Por poner una pega, hay una cierta tendencia al barroquismo, un ingrediente de más en cada plato. Aún así, todo está bueno. Especialmente un gran tartar de bonito con aguacate y aceitunas negras. Me gustó también la ensalada de sardinas con tomate seco, fresas de Candamo y queso. Curiosamente le sobraba el queso y no las fresas, que encajaban bien en el plato.  Estuvimos un lunes, con oferta de pescados muy limitada. Sólo pixín en tempura (forma moderna de llamar a los fritos de pixín de siempre) al que de nuevo le sobraba el queso rallado por encima; y una excelente ventresca de bonito.  Antes del postre, un poco de ese magnífico queso que es el Rey Silo (la quesería está muy cerca de Pravia). De los postres, muy bien la mezcla de fresas con granizado de vino tinto que llevaba además helado de yogur y un prescindible bizcocho de limón. Buena carta de vinos. Tienen un menú degustación por 35 euros, y si prefieren algo más tradicional, por el mismo precio hay un contundente “menú asturiano” que incluye crema de andaricas, fabada, merluza a la sidra, lomo de ternera con queso ahumado de Pría y arroz con leche. Casi nada.

REAL BALNEARIO. Salinas. En los casi seis años que llevamos de blog les he hablado mucho de este restaurante que cuenta con una estrella Michelin. Pero es que pocos sitios hay en España donde se sirva un producto de tanta calidad. Si le unimos el emplazamiento único sobre la misma arena de la playa de Salinas, un servicio de sala impecable y una bodega que es un auténtico lujo, ya tenemos las claves. En pocos sitios se encuentran unos percebes como los que nos sirvieron el jueves: grandes, llenos, sabrosos. Isaac Loya cuida el producto con mimo y le da los toques imprescindibles para potenciarlo, nada más. Se ve en la ensalada de bonito, vuelta y vuelta en el fuego, con pepitas de tomate y sopa de lechuga y pak choi; en los buñuelos de atún (tartar rebozado y frito); incluso en las originales fabas fritas que se sirven de aperitivo. La sardina con anchoa, berberechos y gazpacho; el salmonete sobre verduras escabechadas;  el pulpo con verduras; el virrey con un caldo reducido de su cabeza; la ventresca que se remata en salamandra… ponen muy alto el listón de ese producto marino. No todo es pescado. Muy ricas unas lentejas con papada y cochinillo, e impecable el entrecot de carne roja asturiana que se trincha en la sala ante el comensal. Siempre la materia prima como argumento.

CASA TATAGUYO. Avilés. Una referencia en Avilés. Y otra referencia del mejor producto. Juan Rivero elabora los pescados con sensatez, respetándolos con puntos de cocción impecables. El virrey, los grandes salmonetes del Cantábrico, el besugo, la lubina, el rape y otras piezas que busca en las rulas de Avilés y de Cudillero, e incluso en otras más lejanas. Y completa la oferta con guisos tradicionales, entre los que es imprescindible probar la longaniza de Avilés con patatas. El otro día probamos un buen rollo de bonito, jugoso y con la salsa bien ligada; pulpo con erizos en revuelto, y un excelente arroz caldoso con almejas y rape. Como principal una perfecta ventresca de bonito que Juan hace al horno en lugar de a la plancha con lo que queda muy jugosa y menos grasa. De postre, queso Rey Silo (muy extendido como ven en los buenos restaurantes) con dulce casero de manzana y membrillo. La bodega es muy completa.

CASA LIN. Avilés. Un clásico inmutable de esta ciudad (avenida Telares, 3). Raciones abundantísimas y todo muy bueno, con producto de calidad. Camareros superamables continuamente pendientes de escanciar la sidra y gran rapidez de cocina. En esta última visita probé el pastel de cabracho (normalito); unos impresionantes pimientos rellenos de centollo, con salsa para mojar mucho pan; percebes pequeños pero con sabor; longaniza de Avilés con patatas cocidas; y una ración de buen calamar de potera (que eran dos calamares) a la plancha. Difícil comer más cantidad. Con dos postres, cafés y dos botellas de sidra, poco más de 30 euros por cabeza. Sitio incómodo y sin florituras pero que vale la pena visitar.

CASA GERARDO. Prendes. Poco que decir del que junto a Casa Marcial es el mejor restaurante de Asturias. Por falta de tiempo no he podido, como era mi intención, ir a probar el menú de esta temporada, algo que espero remediar en breve. Estos días pasé por allí con unos amigos y nos centramos en la carta. Marcos Morán nos preparó algunas entradas de las que destacaban el plato de tomate (en dos servicios: un bloody mary ligero y en ensalada) y sobre todo los berberechos con emulsión de placton de Ángel León. No faltaron los clásicos como las croquetas de compango o el bocadillo de quesos asturianos. Entre los principales, aunque la merluza no es mi debilidad, estaba espléndida la que sirvió con vinagreta de tomate, manzana y calabacín; y mejor aún unos impresionantes lomos de salmonete con crema de remolacha. Carne de xata culona frita, muy suave, y un impecable guiso de pitu de caleya como carnes. Y el remate, arroz con leche. Aunque hay mucha cocina en Casa Gerardo, el producto también es sobresaliente. Servicio de sala muy profesional, gran bodega, abundantes detalles. Un restaurante que merece la segunda estrella. ¿Este año?

DELOYA. Oviedo. Javier Loya dejó a su familia en el Real Balneario de Salinas para emprender una doble aventura. Este Deloya en Oviedo, en el hotel Santo Domingo, y el más moderno e informal Avant Garde en Gijón. Dos menús, uno de clásicos (52 euros) y otro gourmet (60) demuestran el buen hacer de Javier, que es un cocinero con talento. Probamos una ensalada de bonito, en su punto, con emulsión de soja y juliana de verduras; un plato de calamar con dos preparaciones, plancha y frito, cebolla en diferentes texturas, y un falso caviar de la tinta del calamar; unas logradas cocochas en tempura con gelatina de algas; arroz cremoso con carabineros en carpaccio demasiado potente; rape lacado con tinta de chipirón; y lechal en escabeche. Más flojos los postres. En líneas generales una cocina sensata, con buena técnica, un punto de creatividad y bien resuelta.

De las otras dos comidas en Gijón, en El Puerto y en La Llosa, ya les dí cuenta en un reciente post. Como ven, ha cundido el verano. Y eso hace de este un post demasiado largo. Mis disculpas.

P. D. Recuerden que estamos en Twitter: @salsadechiles.

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