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Blogs Salsa de chiles por Carlos Maribona

Dos (excelentes) cenas

Carlos Maribona el


Me van a perdonar que les siga contando mis batallitas personales, pero esta semana he tenido dos cenas tan buenas que no me resisto a trascribírselas. Una, el miércoles, en Santceloni. Otra, el jueves, en Príncipe de Viana. Cada una en su estilo, más tradicional la de Príncipe, algo más creativa (tampoco en exceso) la del restaurante del Hesperia. Las dos con el denominador común de la calidad en la cocina (qué difícil es encontrarla), y de un servicio de sala de primera categoría (todavía más difícil). Si recuerdan mi lista de Madrid, que publiqué el 14 de diciembre, los situé como primero y segundo. Y me reafirmo en ello.


La cena del Santceloni fue para un grupo de profesionales con motivo del nombramiento del español Jaume Tapies como presidente internacional de Relais&Chateaux, noticia importante para la hostelería española que hasta el momento no ha tenido mucha repercusión. Cenó con nosotros Santi Santamaría (qué gran cocinero) y este fue el menú que nos preparó su discípulo Óscar Velasco: Langostinos al aroma de hinojo; sepietas salteadas con alcachofas, rúcula y parmesano; sopa de verduras con caldo de cocido y jamón de bellota al jerez; lenguado con compota de manzana y trufa negra; surtido de quesos; postre de chocolate y nueces. Todo estupendo, incluso el plato más discutible que era el lenguado con trufa, combinación que no me gustó mucho aunque hay que reconocer que la calidad y el punto del pescado paliaron bastante la situación. Bebimos tres champañas: Laurent Perrier Grand Siecle, Pommery Gran Cru 96, y Dom Perignon Vintage 98 (este último está aún muy falto de botella), y un tinto Mas La Plana 99, de Torres. Mesa grande en el reservado y servicio impecable.


La segunda cena, con unos buenos amigos, en Príncipe de Viana. Todo más relajado pero el mismo servicio impecable del día anterior. Menú: cremosas croquetas de jamón, estupendos canapés de revuelto con trufas; tartar de atún rojo espléndido, y un sublime cardo con alcachofas con un poco de trufa. Como plato fuerte yo tomé una lengua con aceitunas bien tradicional (ya saben los habituales mi afición por la casquería), y mis compañeros de mesa, salmonetes con vinagreta, desespinados, perfectos; foie fresco, impecable; carrilleras de ternera, de las mejores que he probado ultimamente, y rape a la plancha. Postres, la copa de queso fresco con mango que está siempre muy buena, la leche frita que para mí es una debilidad (en esto de comer tengo muchas debilidades), canutillo de crema y tarta tatin. Para beber, un vino navarro, claro: Palacio de Otazu reserva, con una impecable relación calidad-precio.


Lo dicho, todavía se puede comer bien en Madrid. Y todavía se puede uno sentir bien atendido en Madrid. Aunque sea pagando algo más.

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