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Blogs Salsa de chiles por Carlos Maribona

Acabemos con los platos refractarios

Carlos Maribona el


Este es un tema del que llevo queriendo hablar desde que empezó este blog: guerra al plato refractario. Cuando uno se dispone a comerse un buen chuletón -de vacuno mayor y no de buey como sistemática y falsamente repiten las cartas de casi todos los restaurantes, ¡¡¡señores que apenas hay bueyes!!!- de carne bien roja con su justa cantidad de grasa el camarero le pone delante un espantoso plato refractario en el que inevitablemente la carne se recuece y se chamusca mientras intentamos cortarla. Y todo con la correspondiente humareda y el olor que se extiende por el resto de la sala a comensales que a lo mejor están tomando pescado. Me acordé de esto comiendo el viernes en Orbayo, un restaurante que algunos lectores de este blog me recomendaron cuando hicimos la lista de comer por menos de 36 euros -por cierto, está más cerca de los 40-. La verdad es que comí bastante bien, platos caseros de raíz asturiana, y buena carne roja de segundo. Será probablemente la crítica del viernes de la Guía de Madrid. Pero allí, delante de mí y de mi compañero de mesa, estaban esos terribles platos. Â¿Tan difícil resulta sacar la carne de la parrilla en su punto de temperatura, sobre una fuente simplemente caliente que conserve el calor? ¿Es que todos tenemos a la fuerza que tomar el chuletón pasado de punto? Hay muchos inventos en estos tiempos para que la carne, una vez fileteada, llegue o se mantenga caliente sin pasarse de cocción, y para que quienes no gustan de la carne bien roja -¿para qué piden entonces un chuletón?- la puedan pasar incluso hasta carbonizarla. Y sin molestar a los demás. Seguro que todos ustedes tienen una opinión -y alguna experiencia- sobre este asunto.

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