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Blogs French 75 por Salvador Sostres

Era broma

Salvador Sostres el

Mañana pasarán cosas y los independentistas volverán a decir que era broma. El más poderoso argumento que de momento he escuchado a los del lacito es que no iban en serio, qué cómo puede ser que se hable golpe de Estado si se veía el farol a la legua; o de violencia si era evidente que al final no iban a hacer nada. Era broma, era broma.

Mañana volverán a decirlo. Tras haber invocado la vía eslovena el presidente de la Generalitat, dirán que fue una ocurrencia y que nunca estuvo en la agenda. Tras haber alentado a los CDR para que generaran el caos, dirán que no son más que cuatro niñatos con las mañanas libres para cortar un par de autopistas, y que esto pasa en las mejores familias.

Como el año pasado, dirán que era broma, simple tensión política, que son gente pacífica y que España encarcela ideas.

Pero lo cierto es que habrán vuelto a topar con su incapacidad para entender qué es y cómo funciona un Estado, tanta arrogancia cantonal, tanta charlatanería de pizarra de entrenador de baloncesto de tercera regional hallará su naufragio en la realidad, como naufraga lo que no tiene en cuenta el alma, el poder y su jerarquía, la vida. Volverán a decir que era broma y tal vez lo era. Pero la broma pasará de ser suya a estar en ellos y algunos reirán y serán los otros.

El primer 155, el del año pasado, sirvió para mostrarle al independentismo que la realidad existía y que no era tal como la habían imaginado. Las porras del 1 de octubre, tan criticadas en aquellos días aciagos, puede decirse pasado el tiempo que sirvieron para más o menos lo mismo, y que dejaron pintada una línea roja en el suelo.

Pero hay un independentismo que todavía vive ajeno a cualquier responsabilidad, perdido en la ensoñación de que España está acabada, de que la independencia es inevitable y de que estamos en el tiempo del descuento y la agonía de un Estado que se derrumba: la única duda es si con el mayor escarmiento que les viene aprenderán algo o ya de nada sirve intentar despertarlos porque la gomita del cerebro dio una vuelta de más y se les rompió sin remedio el mecanismo interno. En cualquier caso, obedecerán, y si no lo hacen ya saben lo que les pasará. Entre la fuga y la cárcel, sucumbirán.

En cualquier caso, cuando mañana pase lo que tenga que pasar, veremos si había algún modo de hacerlo distinto al que usó el presidente Rajoy, y veremos qué consecuencias tiene. Los frívolos bandazos de Pedro Sánchez, su inconsistencia, su cálculo exclusivamente electoral, hace pensar en lo peor, aunque todo el mundo, incluso él, merece una última posibilidad de demostrar lo que sabe hacer. El oportunismo es en general una pésima inspiración, pero sobre todo para estos casos.

El independentismo, que volverá a decir que todo era broma, vociferaba ayer que se prepara para resistir y para dar una respuesta distinta a la alfombra roja que la última vez le puso al 155, y que tanto sorprendió a los que tuvieron que aplicarlo. Eso sí que fue una broma. Veremos si a partir de mañana son capaces de hacer algo distinto.

La vía eslovena, los CDR, los boicots. Las amenazas, la burla de las falsas huelgas de hambre que no son más que dietas prenavideñas, el permanente desprecio a España, la petulancia, la extrañísima contabilidad de los que dicen que cada día están más cerca de conseguirlo cuando no paran de acumular derrotas. Veremos qué recorrido tiene todo ello, si es que tiene alguno.

Si Sánchez se lo toma en serio, puede ser el principio del cambio en Cataluña. Si sale a ganar las municipales, a alargar su agotada legislatura o a disputar la segunda vuelta que no existe de las elecciones andaluzas, y todo lo hace con esa mezcla de estupidez y de desdén de cuando los socialistas improvisan, puede regalarle al independentismo la victoria que justo necesitaba cuando más extraviado y derrotado estaba.

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