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Gran noticia

Salvador Sostres el

Bellavista del Jardín del Norte
Enrique Granados, 86-88
08008
938 562 949

Y en Bellavista del Jardín del Norte, propiedad de las familias Messi e Iglesisas (Rías de Galicia, Kru), se ha acabado comiendo bien. Nunca lo hubiera dicho, la verdad. Tampoco parecía pretenderlo. Comer bien o normal tal vez sí, pero no tan bien como hoy se puede comer.

Entre futbolines, fuentes del pueblo, capillas blasfemas y consolas -despropósitos de una decoración tan pretendidamente graciosa como fallida- se abre paso un soberbio carpaccio de gambas y una majestuosa ensaladilla rusa. Croquetas de pollo de un gran nivel, entre otros aciertos de una renovada carta, mucho más ambiciosa de la que había. Es extraordinario que incluso en un restaurante pensado para gustar como parque temático se haya alcanzado un nivel gastronómico muy por encima de la media. Muy por encima de lo que tantas y tantas ciudades de Europa te venden como alta cocina y a precios de escándalo.

También Bellavista ha mejorado mucho en su servicio. El director del restaurante, Thiago Bonacina, elegante, guapo y con una idea muy clara de lo que es hacer sentir bien a sus clientes, manda a unos camareros todavía jóvenes, todavía lentos y algo dispersos pero que se esfuerzan en aprender, empiezan a tener detalles de calidad y en general les ves preocupados por ofrecerte un buen servicio, lo que en Barcelona es tristemente muy poco habitual. Destaca entre ellos y muy especialmente Oriol Martínez, listo y atento, rápido, podrá exigir aumentos como su propietario si viene a ficharle. Da gusto trabajar con personas así, que están por lo que hay que estar. Formidable muchaho, per molts anys!

Es una lástima que el restaurante parezca un parque de atracciones y la poca credibilidad que este aspecto concede, porque la línea gastronómica que ha iniciado la casa merece una atención que va más allá de ir a comer los domingos para que los niños jueguen a la Play o al futbolín.

Los precios están comedidos y pese a que la decoración es un poco de atracción de feria, el patio interior da una paz y una profundidad a la sala digna de ser consignada. Hay aparcamiento y aparcacoches. Aunque los resultados económicos no lleguen de inmediato y parte del público habitual no entienda la evolución de la cocina, es importante que los propietarios tengan paciencia y confíen en el talento. Si Bellavista insiste en su esfuerzo por este nivel y este prestigio, pronto superará a su propio folclore y este restaurante será noticia.

Tras el reproche por el descuido con que la familia Iglesias trata al Kru, su indiscutible joya de la corona, muy por encima de Rías aunque ellos no me crean, me alegra mucho poderles felicitar por el cambio de rumbo en Bellavista, y recordarles hasta qué punto las cosas salen bien cuando se hacen bien y todo el personal está absolutamente comprometido con el proyecto. Este compromiso total es fundamental, se enfade quien se enfade.

Muy bien, Bellavista. Barcelona está en un nivel extraordinario: se come bien hasta en los restaurantes de los futbolistas.

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