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Blogs French 75 por Salvador Sostres

Seis años

Salvador Sostres el

Todo y siempre depende de nosotros, para la vulgaridad y para la épica. Cuando pensamos que nada podemos hacer somos débiles o poco inteligentes. La superstición evolucionista nos ha hecho creer que venimos de un mono pero estamos hechos a semejanza de Dios y cuando nos aferramos a nuestra humanidad somos invencibles. Milagros y maravilla. No hay excusa. Somos el espejo de todas las cosas terribles y bellísimas.

Hasta cuando más perdidos nos sentimos podemos con nuestra mano imposible atravesar la medianoche y el peligro y en la más absoluta desolación hacer que brote la esperanza. Lo fácil es huir y destruir y los escenarios en que siempre somos la víctima pero lo que tratamos de arreglar con cargo a la supuesta culpa de los demás permanece y se pudre y nunca deja de hacernos daño. Mi hija cumple hoy seis años y yo podría minuciosamente contarte qué he hecho con esta alegría, con esta dicha, con el regalo concreto de cada uno de los días en que he sido su padre.

Seguro que muchas veces me he equivocado pero ahí he estado, en su felicidad y cuando he tenido que reprenderla, en sus pañales y en sus pesadillas, en nuestras ganas de reír, en lo que le he enseñado y en lo que hemos aprendido juntos. Si no fueras mi hija también me caerías bien por lo mucho que esperas de la vida y por lo rápido que has aprendido a jugar al ahorcado con los límites. Sí, jugar es rezar y los que dicen que no existe otra solución es porque no pueden imaginársela. Ten siempre a mano el antídoto de saber que la tristeza es adictiva y más devastadora que cualquier droga: morirse es por lo menos un alivio aunque sea de sobredosis pero no hay descanso para la angustia de los que viven en la penumbra. La luz no es un derecho, es una gracia y hay que salir a buscarla: en el borde de cada tormenta, en lo que no comprendemos y duele, en la inmerecida gran suerte que hemos tenido y que es barbarie convertirla en inconveniente, en reproche, en esa falsa prudencia que ni siquiera es cobardía sino simplemente pereza y desidia, cámping moral, chándal del espíritu cerrado por derribo.

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