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Blogs French 75 por Salvador Sostres

Paula de mi vida

Salvador Sostres el

Paula Echevarría -en casa somos muy de Paula- se ha definido como “persona” en una entrevista: ni machista ni feminista. Las linchadoras han salido a por ella.

La señora Echevarría vive de su talento sin tener que recurrir a la humillación de las cuotas ni de hacerse valer en la truculenta trinchera de género. Tal como la mayoría de antitaurinos son abortistas y no aman al toro de lidia, sino que odian a las personas que les gustan los toros, a las feministas se les cae el chiringuito ante mujeres como Paula Echevarría y por eso la odian.

El feminismo no es un movimiento de amor sino de odio. De odio al hombre, al que pretende reducir a un asesino en potencia. Es tal el odio y el resentimiento hacia el macho, y es tan poco el amor y el interés que el feminismo siente por la mujer, que los derechos y las supuestas conquistas sociales de este movimiento siempre pasan por la equiparación con el hombre, causando una enorme desazón y angustia en tantas mujeres que son instruidas en la patraña feminista de que para “realizarse” o ser auténticamente libres tienen que renunciar a sus instintos -especialmente a la maternidad o la crianza de los hijos, ahora que están tan de moda los siniestros libros de testimonios de madres arrepentidas- a cambio de competir con el varón, como si fuéramos rivales; y en el terreno de lo masculino, en el que evidentemente siempre tendremos ventaja.

El feminismo es como tu “dealer”: aunque al principio esta droga te proporcione una sensación agradable, te acabará destruyendo. Tú lo sabes pero quieres consuelo. Tu “dealer” lo sabe mejor que tú, él lo más probable es que no se meta nada, y cobra la comisión pactada de tu lento destruirte hasta quedar en nada.

El feminismo también busca hacerte sentir bien, al principio, y se presenta como una excusa para todos tus fracasos, como si hubiera algún culpable de lo que te ocurre que no fueras absolutamente tú. Lo mismo que el primer viaje de heroína, que es impagable y tienes la sensación de estar sentado a la derecha de Dios: supongo que el final ya lo sabes.

Cuando comparecen las mujeres con talento, verdaderamente capaces y libres, el feminismo que como tu “dealer” trafica con la muerte por fascículos ve peligrar su negocio truculento y las insulta. Cuando comparecen las mujeres inteligentes, audaces, en paz con sí mismas y con los hombres de su vida, el feminismo se irrita porque quedan al descubierto las costuras de su indecencia, su falacia, su chantaje, el daño que hace a tantas mujeres que acaban sintiéndose incómodas en su condición femenina y absurdamente implicadas en una estupidísima carrera por parecerse a los hombres que no tiene ningún sentido y que sólo les ha causado desolación e infelicidad.

Paula Echevarría ha sido valiente en su respuesta y sobre todo realista: el feminismo es una derrota de la Humanidad y mujeres como ella nos lo recuerdan cada día, teniendo que aprender a sobrevivir de linchamiento en linchamiento de la mediocridad convertida en revancha de género por la rabia que en las incapaces y las malignas genera el esplendor de su talento.

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