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La alegría de vivir

Salvador Sostres el

Sushi 99

Comida: 9,5
Sala: 9
Servicio: 9 (cuando juegan los titulares)

Tenor Viñas, 4
936396217
08021 Barcelona

Sushi 99 es un restaurante nacido con el objetivo único y muy loable de agradarnos. No pretende aleccionarnos, ni impresionarnos, ni ganar premios a costa de nuestra paciencia. Quiere servirnos y gustarnos, en las antípodas de cualquier pedantería. Madrileño de nacimiento -en Hermosilla, Padre Damián y Ponzano tiene sus sedes más notables-, hace un año se instaló en el Turó Parc para el regocijo de sus clientes catalanes, que si entonces no éramos pocos, ahora somos ya legión.

Sushi 99, en la mejor tradición de Nobu, es la calidad moldeada con el punto sexy de una inventiva controlada y siempre puesta al servicio del placer del cliente y sin buscar nunca el lucimiento onanista y estéril del cocinero.

Las yozas de jabalí, los niguiris de hamburguesa o de huevo de codorniz, la costilla de wagyu cocida a baja temperatura, la tempura de langostinos tigre o el pichón son platos que llevan la ovación incorporada, la carcajada de la franca amistad de los hombres, la sonrisa de Dios reflejada en el vasito de sake. También la bodega es memorable.

Hay una alegría de vivir, masculina y de derechas, que se concreta en el concepto de Sushi 99. Una alegría de vivir sin reproche y con el agradecimiento de tener algo de dinero que poder gastar en restaurantes como éste, porque el dinero es también importante en Suhi: los precios son altos y aunque a veces agradeceríamos un respiro, actúan de dique de contención contra la barbarie. Genera la casa un ambiente informal, pero de esa informalidad de tejanos con pinza de Bel que son más elegantes que el 99 por ciento de los presuntos trajes. Pagas lo que pagas, pero acabas agradeciendo poder almorzar o cenar entre personas y no cabras.

El servicio, con Víctor Serrano al frente, es de una amabilidad acorde con la felicidad de la carta, y muy madrileño, en el sentido de que tratan como a un cliente que va a pagar 80-100 euros y no con ese coleguismo barcelonés, falsamente moderno y que no es una forma de proximidad sino un deplorable monumento a la grosería y a la vulgaridad.

En el capítulo de los aspectos mejorables está el de las pocas novedades que se van incorporando a la carta: algo más de trabajo y celeridad en este sentido sería muy agradecido por los “regulars”. También hay días que el servicio flojea cuando se prueban a la vez a demasiados chicos nuevos, y eso no acaba de ser justo para los clientes que pagarán la factura completa exactamente igual que si hubieran recibido las atenciones que el precio de Sushi contempla. Y es de vital importancia que este verano tengan resuelta -y bien resuelta- la refrigeración del local, porque cenar y ya no digamos comer con calor -y con el calor que ya ha empezado a hacer en Barcelona, y eso que todavía es mayo- es absolutamente intolerable.

Son detalles, sí, pero que no sólo pueden ser corregidos sino que tienen que serlo para no empañar el merecido prestigio de este fabuloso restaurante.

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