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Blogs French 75 por Salvador Sostres

Para que no nos llamen fascistas

Salvador Sostres el

El PSOE ha decidido, a través del voto de sus militantes, suicidarse como partido útil para España. Si con la gestora -es decir, sin Sánchez- los socialistas habían empezado a centrarse, a recuperarse en las encuestas hasta superar a Podemos y a resultar creíbles -o no tan increíbles- como alternativa de gobierno entre los españoles con dedos de frente, ayer la democracia directa puso las cosas donde la democracia y sobre todo la directa suele ponerlas, que es en el retrete, donde tantas otras pulsiones primarias y fisiológicas necesidades son evacuadas. Al próximo que vuelva a hablarme del “orgullo de las primarias” le mandaré una foto dedicada de Pedro Sánchez, uno de los hombres más tontos de España.

¿Qué son las bases? ¿Qué sentido tiene transferirles el destino político del partido? Jamás el tumulto ha sido amigo del matiz, ni portador de ninguna luz como no fuera la del incendio. ¿Qué inteligencia se puede esperar de algo tan obtuso y “hooligan” como sin duda es la militancia? Por miedo a que nos llamen fascistas apelamos a su sabiduría y al rito precultural e incivilizado del “una persona, un voto”. Luego llegan los resultados y tampoco somos capaces de entender lo que hemos hecho mal, porque nos sigue colapsando el miedo a que nos llamen fascistas y porque no tenemos ninguna idea mejor.

Cuando Felipe estaba ya en Gobelas le pregunté si tenía razón Lluís Llach por haberle demandado por incumplimiento de promesa electoral en relación con el referendo de la OTAN y nuestro posterior ingreso en ella. Me respondió que el referendo fue un error, una salida por la tangente de alguien que no asume que la responsabilidad de gobernar implica tomar las decisiones que sean o le parezcan las más oportunas, con independencia de lo que prometiste cuando no tenías ni la información ni los elementos de juicio suficientes. El expresidente me dijo que lo que tenía que haber hecho era entrar en la OTAN y anticipar luego las elecciones para depurar las responsabilidades por el cambio de opinión, pero en ningún caso dejar una decisión tan importante en manos de una ciudadanía que en su inmensa mayoría no podía entender el alcance de su sufragio.

Es comprensible que el padre de un hijo asesinado quiera matar al asesino. Es comprensible que en casos de legítima desesperación creas que el dolor que te hacen se cura causando el mismo daño. Por eso no es una buena idea dejar la aplicación de la Justicia en manos de las víctimas o de sus familiares y por eso nuestra sistema judicial se basa en el castigo y en la reinserción pero nunca en la venganza.

Es comprensible que la militancia del PSOE crea que con Pedro llegarán antes, porque la turba es de brocha gorda, y más la turba izquierdista. Pero si los socialistas inteligentes sabían que no es verdad, y que además es mentira, y podían prever que las bases tirarían a su monte de facilismo y demagogia, ¿por qué lo permitieron? Si son suficientemente inteligentes para saber lo que saben, por qué han de comportarse como unos bobalicones por miedo a que les llamen fachas o caspa? A mí me lo llaman cada día y en mi vida no vota nadie. A veces mando y a veces me toca obedecer: es la jerarquía. La Iglesia lleva más de 2.000 años de grandes éxitos y en sus primarias sólo vota el Espíritu Santo. ¿Te imaginas que al Papa lo eligiéramos todos los católicos votando? ¿Qué clase de Santidad podríamos atribuirle al que saliera elegido? Tampoco en el PP hay primarias. ¿Te imaginas que las hicieran? Igual tendrían de presidente a Ignacio González, encarcelado.

Mal resultado para el PSOE, que va a seguir desangrándose en el rincón, rivalizando con Podemos en un terreno que Pablo Iglesias conoce mucho mejor. Mal resultado para Rajoy, que tendrá que lidiar con un escenario mucho más inestable. Y mal resultado para los españoles, que nos quedamos sin una izquierda positiva y centrada como lo fue la de Felipe González, capaz de ser alternativa de gobierno y de poder llegar a gobernar con moderación y acierto.

Ganan las primarias. Gana la antipolítica. Gana la demagogia de la urna, gana la turba. Las masas están para mirar y aplaudir; y no para exhibirlas como fuerza bruta ni para cederles el protagonismo ni mucho menos el liderazgo político. Los mejores amigos de la democracia directa, de los referendos y de las bases envalentonadas fueron los grandes tiranos del pasado siglo. Demostraciones callejeras cada día, cristales rotos en la noche. Apartad a las criaturas.

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