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Blogs French 75 por Salvador Sostres

El primer populismo

Salvador Sostres el

El primer populismo fue una charla de tu esposa. Esos terribles monólogos sin escapatoria en los que de repente nuestras vidas quedan reducidas a un cúmulo de errores y reproches que hasta un santo tardaría mil años en perdonar. Ante semejante pelotón de fusilamiento, un hombre blanco, español, inocente y católico se acaba sintiendo como el presidente Rajoy en una plaza de indignados o España frente a las coreografías de la Diada. Y aunque me llamarán fascista por decirlo, España, Rajoy y la mayoría de maridos acorralados pueden y quieren mejorar pero son historias de un éxito notable.

Yo soy más simpático que Rajoy pero él nos ha sacado de la crisis con un temple incompatible con mi gusto por el lino/cashemir. España como cualquier Estado tiene defectos y es un cáncer la socialdemocracia pero nuestra prosperidad, nuestra libertad e incluso nuestra identidad como catalanes distan mucho de hallarse en el infierno que justifica la reacción revolucionaria a la desesperada.

El primer populismo fue el de nuestras esposas. Son una cosa y lo mismo querer tomar el cielo por asalto, pretender que la democracia consiste en saltarse la Ley y la nostalgia, pasados los cuarenta, de las ensoñaciones románticas en lugar de hacer bien tu trabajo, salvaguardar la porcelana íntima de tus hijos y apreciar la dimensión amable de la vida, que puede parecer menos emocionante pero que si lo piensas con amor verás que no es en absoluto desdeñable: como Rajoy, como España, como los maridos acribillados, cariñosos y buenos padres, que también tienen su lista de agravios pero nunca se han quejado.

Vivimos bien, muy bien, en un sistema plácido y ordenado, garantista, vertebrado. La estructura nos protege contra el gran enemigo, que no es el defecto sino el caos. Los defectos son inevitables y en lo que hay que extremar el cuidado -y eso lo sabemos por igual los padres, los presidentes conservadores y el Estado- es en las piezas que no tienen recambio.

Para todo lo demás, la gente de la calle.

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